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Protagonista | Entrevista a la Dra. Marina Díaz Marsá, jefa de la Unidad de TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria) del Hospital Clínico San Carlos de Madrid

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La doctora Marina Díaz Marsá, jefa de la Unidad de TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria) del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y Presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, insiste que el abordaje de la anorexia y la bulimia es muy complejo, “no es sólo un problema de ingesta, sino algo mucho más integral”. Esta especialista, directora del equipo médico de la clínica Sommos Desarrollo Personal (www.sommosdesarrollopersonal.es), nos explica a qué se enfrentan estas pacientes en su día a día.

 

¿Cuántos pacientes con Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) existen en España?

Es un número importante el de pacientes con Transtornos de Conducta Alimentaria (TCA): la anorexia nerviosa afecta aproximadamente al 1% de las adolescentes, y en el caso de la bulimia  nerviosa sería entre un 2-3%. Aunque la prevalencia no ha crecido en los últimos años, probablemente ahora hay casos más graves, a edades más tempranas o de larga evolución, que antes no se veían.

¿A qué edades se están detectando estas enfermedades?

Lo normal es que aparezcan sobre los 14-15 años, pero actualmente existen casos de pacientes con 10-11 años, sobre todo niñas.

El perfil se asocia al sexo femenino y a la etapa de la adolescencia. ¿Es así?  

Sí, sigue afectando sobre todo a niñas en una proporción del 90%.  Es un perfil real. El problema es que muchas veces empieza en la adolescencia, pero no termina ahí. Hay pacientes que pueden presentar un cuadro de 10-15 años de evolución. Hay un tercio de afectadas que se recuperan satisfactoriamente, un tercio que mantiene algún síntoma pero que es funcionante, y otro que se cronifica.

¿En qué casos se cronifica la enfermedad?

Se dan varios factores para que esto ocurra. Primero, desde el punto de vista biológico, ya que la desnutrición y las alteraciones nutricionales que producen estos trastornos causan un deterioro cerebral que deja una marca que muchas veces es irreversible. A esto hay que añadir otros elementos como la personalidad, conflictos familiares o antecedentes traumáticos que el individuo no logra resolver, y que si no se les da el tratamiento adecuado desde el primer momento, puede ser muy difícil de recuperar.

¿Qué trastornos físicos acarrean?

Las complicaciones son múltiples e importantes.

Por ejemplo, los atracones y las purgas producen pérdidas de potasio que pueden provocar desde paros cardiacos hasta alteraciones en el ritmo cardiaco. También cuando se mantiene el peso bajo de forma sostenida durante el tiempo aparece la amenorrea, por lo que al no existir estrógenos, entre otras consecuencias, se deposita el calcio en los huesos y aparece la osteoporosis y el riesgo de fracturas.

También surgen alteraciones hepáticas, se caen los dientes…

¿Y a nivel psicológico?

Puede haber depresión, ansiedad, trastornos de la personalidad, pero ya sólo la enfermedad en sí es un sufrimiento mental terrible. La anorexia no es un simple no quiero comer, es la angustia vital de un individuo que quiere evitar el mundo porque le resulta insoportable, y lo hace mediante la comida. Estos pacientes al final se quedan aislados, no tienen amigos, y con la evolución de la patología es fácil que no posean una capacitación académica o laboral. Sufren mucho. Y luego está la pelea continua contra la ingesta calórica a pesar de que ya conocen las repercusiones, porque no lo pueden evitar.

Es una enfermedad muy compleja donde el problema con la comida es la punta del iceberg. Debajo puede haber antecedentes traumáticos, abusos, acoso escolar, conflictos familiares…

¿Cómo afectan a las relaciones afectivas de las pacientes?

Muchas veces son incapaces de estar con una pareja. En la adolescencia es todo más fácil y la recuperación es mejor, pero cuando los trastornos se mantienen en la edad adulta las consecuencias son muy graves. La enfermedad interrumpe tu biografía, tus objetivos, tus metas.

¿Podría el farmacéutico comunitario ayudar en la prevención y la detección precoz de estas enfermedades?

Hay un síntoma importante. Estos pacientes van a la farmacia y compran dos tipos de productos en cantidades ingentes, de forma continuada en el tiempo y siempre sin prescripción médica: laxantes y diuréticos. Incluso es habitual que adquieran cuchillas y cutters para autolesionarse.

También el farmacéutico puede detectar desnutrición si es anorexia, ya que con bulimia es más difícil porque la pérdida de peso no es tan evidente.

Si una chica de 15-20 años compra estos fármacos de forma masiva debería intentar derivarle al médico explicándole que es necesaria una receta para venderle el producto porque puede tener consecuencias negativas para su salud, o intentar hablar con ella o avisar a sus familiares si fuera posible.

¿Son necesarias más políticas de prevención?

Sí se hacen, pero creo que existe poca conciencia de la trascendencia y de la gravedad que puede llegar a tener. Se ve como un capricho de adolescentes que quieren adelgazar, pero ahí subyace una imposibilidad y dificultad para las relaciones interpersonales, sufrimiento, baja autoestima, sentimiento de vacío, conflictos con el entorno… Esa conducta esconde muchos otros problemas, y quizás ese sea el mensaje que habría que propagar.

¿Qué tipo de medicación reciben estos pacientes?

Antidepresivos para tratar la enfermedad afectiva, y muchas veces estabilizadores del ánimo tipo topiramato o zonisamida para controlar la impulsividad y los atracones de purga. En casos graves también antipsicóticos atípicos a dosis bajas que logran controlar la impulsividad, la disforia, y el malestar que les produce la comida.

Aparte de la medicación, habrá también un tratamiento psicológico…

Claro, siempre es un tratamiento combinado: farmacológico y psicoterapéutico. Uno sin el otro es imposible. El primero permite hacer el trabajo del segundo porque la paciente está más estable en cuanto a los síntomas, pero si no se trata el fondo de la enfermedad, es imposible avanzar.

Un reciente estudio indica que el cerebro no logra recuperarse al 100% en el caso de las anoréxicas. ¿Por qué ocurre esto?

Porque el organismo no puede volver a la situación inicial. Cuando existe una desnutrición mantenida en el tiempo llega un momento en el que el cerebro es incapaz de revertir las consecuencias.

¿A qué secuelas se enfrentan estas pacientes?

Sobre todo a nivel de funcionamiento ejecutivo. Son incapaces de planificar cosas nuevas, de mantener la atención, dificultades en la abstracción…

A raíz de los datos extraídos del estudio que comentabas, hemos realizado otro en el Hospital Niño Jesús de Madrid con pacientes adolescentes y adultas. El primer grupo no tiene todavía esa alteración cerebral, y sin embargo las adultas presentan dificultades de funcionamiento cognitivo. Hemos comprobado también que si se analiza la inflamación según va avanzando la anorexia o la bulimia, que es un dato de enfermedad del sistema nervioso central, aunque exista en todas las pacientes, se hace más presente en las adultas, que es donde se detecta esta disfunción neuropsicológica.

Lo que queda claro es que el mantenimiento de estas patologías a lo largo del tiempo va produciendo inflamación del sistema nervioso central y deterioro cognitivo, y fruto de este último, alteraciones en las funciones ejecutivas.

¿Son enfermedades con muchas recaídas?

Sí, porque si el tratamiento no ha sido totalmente eficaz, cualquier cosa puede descompensar al paciente. De hecho, siempre se habla de un periodo mínimo de seguimiento de 5 años.

Es necesario que se desmitifique que la anorexia o la bulimia nerviosa son patologías en las que basta solucionar el problema de la ingesta de alimentos, son pacientes que necesitan mucho amor y que precisan un tratamiento que va mucho más allá: que aprendan  a establecer relaciones interpersonales, a controlar su impulsividad, tener una autoestima que les permita estar en el mundo, en el caso de antecedentes traumáticos hay que tratarlos… El abordaje no es sólo un problema de ingesta, sino algo mucho más integral.

Dra. Marina Díaz Marsá
Jefa de la Unidad de TCA (Trastornos de Conducta Alimentaria) del Hospital Clínico San Carlos de Madrid
https://www.comunidad.madrid/hospital/clinicosancarlos/

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