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Protagonista | Entrevista al Dr. Ramón Cisterna, Presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS)

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El Dr. Ramón Cisterna, Presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS), reflexiona sobre el problema que representa a corto y medio plazo la escasez de antibióticos a la que nos estamos enfrentando.

 

Existe un problema real de re­sistencia bacteriana a los anti-microbianos. ¿En qué punto se encuentra?

En un punto en que la conciencia­ción por parte de la Administración está surtiendo efecto. Prácticamente todos los países ya tienen organizado un sistema mediante el cual, des­de la sección gubernamental corres­pondiente, se mantienen una serie de comisiones que, por una parte, se ocupan única y exclusivamente de vigilar el fenómeno de la multirre-sistencia a los antimicrobianos, y por otra, de instaurar medidas para pa­liar ese incremento tan brutal.

Aunque las administraciones gu­bernamentales estén dando pasos en esa dirección, la pregunta es si bastará con estas iniciativas o real­mente se necesitan tomar más me­didas. Personalmente me atrevería a dar una respuesta: eso solo no va a ser efectivo, porque al mismo tiem­po es necesaria la concienciación tanto de los profesionales sanitarios como del público en general, ya que es un asunto en el que todos los ac­tores juegan un papel importantísi­mo. En definitiva, hay que revisar la administración de los antimicrobia-nos y analizar cómo utilizarlos mejor.

 

La impresión es que la evolución está siendo muy rápida. ¿Es así?

Sí, lo está siendo. Y no sólo desde el punto de vista cuantitativo, sino tam­bién cualitativamente. Pertenecemos a una cultura en la que hemos ido creciendo conforme surgían nuevos antimicriobianos, y donde no preo­cupaba que las bacterias se hicieran resistentes porque siempre disponía­mos de otros. Pero eso ya no existe. Estamos en una era que algunos lla­man era postantibiótica, que quizás sea un término exagerado, pero que pretende llamar la atención sobre el problema: nos estamos quedando sin antibióticos efectivos. Las bac­terias siguen provocando nuevas resistencias a los antimicrobianos y los antibióticos considerados hasta ahora como los más eficaces están fallando. Estamos en un punto difícil.

 

¿Las farmacéuticas invierten en investigación en nuevos antibió­ticos?

Se trata de un campo por el que siempre han apostado fuerte. Gra­cias a la industria hemos podido dis­poner de grandes moléculas, y ahora mismo está bastante diversificada la inversión en cuanto a la producción de nuevos fármacos.

Pero en estos momentos para la industria farmacéutica no es priorita­ria la aparición de nuevos antibióticos y aduce sus razones: los resultados de sus investigaciones se reservarían indefinidamente hasta que surgiese la necesidad de utilizarlos.

Sin la industria es prácticamente imposible pensar en nuevos antimi-crobianos, es el aliado fundamental para desarrollar las moléculas. Los gobiernos tienen que buscar fórmu­las para alentar que la industria y los centros de investigación, asocia­dos o no, sigan investigando para encontrar una molécula que sea lo más eficaz posible y al menor coste posible.

 

¿La no aparición de nuevos anti­bióticos es un problema de me­dios o de ideas?

Ambas cosas. Hasta ahora era re­lativamente sencillo. Aparecían nuevas moléculas y las siguientes eran pequeñas modificaciones que las hacían más efectivas porque se absorbían mejor, necesitaban me­nos dosis, etc. Pero ahora hay una confrontación de ideas ante la po­sibilidad de nuevas moléculas. Nos tenemos que olvidar de todo lo que ha existido hasta ahora y encontrar nuevas opciones que dispongan de ese potencial.

Actualmente se están buscando posibles organismos productores de antibióticos en el Ártico o la Antár­tida, en cuevas submarinas… Son posibilidades que nos alejan de ideas preconcebidas que ya no dan más de sí. Hay que buscar nuevos hori­zontes, y es ahí donde está la gran dificultad, y si la industria farmacéutica no lo ve claro habrá que apoyar la investigación de centros que se de­diquen de forma prioritaria a encon­trar esas estructuras que sean capa­ces de producir nuevas moléculas.

No olvidemos que no es lo mis­mo tener un antibiótico nuevo -que puede ser una modificación de los ya existentes- a obtener una molécula absolutamente nueva con efectos sobre las bacterias. El reto ahora es sintetizar nuevas moléculas que sin recordar a lo anterior tengan esa gran actividad antibacteriana.

 

Además de encontrar nuevos antibióticos, ¿qué alternativas existen para luchar contra la re­sistencia?

Se están promoviendo algunas fór­mulas alternativas, como por ejemplo la utilización de virus bacterianos, es decir, virus que atacan a las bacterias y las destruyen, pero no es una idea nueva, ya se hizo en el siglo pasado. Desde el punto de vista empírico es posible, pero desde el punto de visto práctico hay que seguir investigando. Es necesario potenciar todos los me­canismos que están a nuestro alcan­ce para tratar de evitar la propaga­ción de los microorganismos, entre ellos los multirresistentes, y existen fórmulas sencillas y eficaces como concienciar de la importancia de la higiene, que es fundamental, sobre todo la de manos.

Pero también hay otros aspectos vi­tales. La propia administración tiene que ser consecuente con las llama­das de atención que tanto la Organi­zación de las Naciones Unidas como la Organización Mundial de la Salud hacen con respecto a la introducción de moléculas de antibióticos que se utilizan como aditivos en los piensos de engorde de los animales. Aun­que está prohibido y no lo hacen to­das las administraciones, en países como China o en Estados Unidos la cantidad de antimicrobianos que se añaden supera en miles de veces los que se consumen para el tratamien­to sanitario animal y humano. El uso no sanitario está ensombreciendo este problema. Los gobiernos de­ben poner medidas para evitar esta práctica. Es una irresponsabilidad. Nosotros podemos actuar en nues­tro contexto, más sanitario, pero tenemos una fuga en ese otro siste­ma, porque al final la salud es única, estamos todos implicados: el me­dio ambiente, los animales, los hu­manos… y los microorganismos no reconocen esas barreras artificiales que creamos para salvar distancias entre unos y otros.

 

¿Se están administrando correc­tamente a los seres humanos?

Tenemos que cambiar la forma de ver y de administrarlos en la población humana. La microbiota forma parte de nosotros mismos, pero hasta tal punto que no es sólo un fenómeno exclusivamente biológico donde hay una colonización por parte de una serie de microorganismos en dis­tintos órganos o tejidos de nuestro cuerpo, sino que desarrollan funcio­nes absolutamente vitales: hay fac­tores que relacionan de forma clara la microbiota y la inmunidad, las aler­gias también tienen un componente de microbiota interesantísimo, y no olvidemos el eje cerebro-intestino, que a través de las conexiones entre microorganismos y otra serie de ele­mentos condicionan nuestras capa­cidades de adaptación, de enfermar, etc.

 

“Tenemos que cambiar la
forma de ver y administrar
los antibióticos“

Hay que ser conscientes de que si esto es así, no podemos administrar los antimicrobianos de forma aleato­ria ya que tienen efectos en la micro-biota. Deben ser efectivos frente a las bacterias respetando el máximo posible la integridad funcional de la microbiota. Actualmente se están elaborando protocolos para estable­cer la mínima cantidad en el mínimo tiempo.

Poco a poco vamos avanzando en la comprensión del fenómeno de los antibacterianos, y eso mejorará muchísimo las posibilidades del de­sarrollo de multirresistencias.

 

¿Las vacunas también pueden ayudar?

Ese es otro punto importante. Hace poco hemos celebrado la Reunión Anual de la Asociación de Microbiolo­gía y Salud (AMYS). En esta ocasión hemos abordado la multirresistencia en la tuberculosis y la posibilidad de utilizar las vacunas para frenar el fe­nómeno de la multirresistencia.

Las vacunas ya han demostrado que son un instrumento válido. Un ejem­plo es la vacunación contra el neu-mococo tanto en adultos como en niños. En las Comunidades Autóno­mas donde se está aplicando ha ha­bido una disminución real y evidente este problema. El seguir con unos ni­veles de vacunación efectivos puede ayudar también ya sea a la desapa­rición, el control o la limitación de la multirresistencia.

Además, hay que destacar el hecho de que se están intentando desarrollar vacunas dirigidas a esté fenómeno, a bacterias multirresis-tentes o productoras de mecanis­mos de multirresistencia.

 

¿Están en fase de investigación?

Sí, algunas incluso se encuentran en fase de producción y pronto estarán disponibles frente, por ejemplo, al Staphylococcus aureus, la Escherichia coli o a bacterias productoras de determinado tipo de betalactamasas.

Lo importante es tener en cuenta que no son frentes únicos y distan­tes, si no que tienen que adminis­trarse de forma conjunta: la correcta utilización de los antimicrobianos en la salud humana y animal, no usarlo como alimento en los piensos, tener una concienciación profesional y una formación adecuada, y que todos los usuarios comprendan que es un fármaco que debe utilizarse con un criterio profesional adecuado. Es un problema de concienciación.

¿Cómo se ve afectada la tubercu­losis por las multirresistencias?

La tuberculosis es un fenómeno ab­solutamente global, también en el primer mundo. A nivel europeo los países del mediterráneo (Portugal, España…) tienen todavía unas tasas importantes de tuberculosis, funda­mentalmente pulmonar. Además, no hay vacuna, lo que limita mucho la posibilidad de combatir el fenómeno; sin embargo, los cambios de hábitos y sobre todo las distintas medidas de control higiénico o la buena ali­mentación han servido para frenar el aumento de la enfermedad. Es un problema que aparte de los residuos que quedan en algunos países del primer mundo, ya sea en Europa o Estados Unidos, donde todavía hay casos, en otras naciones del segun­do y el tercer mundo plantean un problema muy serio.

 

 

¿Cuántas muertes causan anual­mente las bacterias multirresis-tentes en el mundo?

Se especula que podría ser alrede­dor de un millón de personas, pero lo que sí es cierto es que se ha hecho un cálculo de lo que ocurriría en el año 2050 si las cosas siguen como hasta ahora, y la principal causa de muerte en todo el mundo serán las infecciones por bacterias multirresis-tentes. Superarán a las muertes por accidentes de tráfico, cáncer, pro­blemas metabólicos, cardíacos, etc.

Si nos quedamos sin antibióticos efectivos van a surgir situaciones muy problemáticas en el ámbito sa­nitario, como puede ser la aplicación de un programa de quimioterapia frente a un cáncer, momento que las bacterias aprovechan para infectar el organismo, el someter a un paciente a una intervención en quirófano…

 

¿Cuál es el impacto económico de esta multirresistencia en los sis­temas de salud?

Una infección por una bacteria mul-tirresistente provoca un aumento de la hospitalización, un incremento de los costes asociados a la hospitaliza­ción, de personal sanitario, etc. Los costes se multiplican por 10.

 

¿Continua siendo España uno de los países que más antibióticos consume? ¿Es evitable?

En general toda la cuenca medite­rránea (España, Italia, Grecia, Fran­cia…) solemos ser los que más con­sumimos. En otros países el modelo es distinto. En los países nórdicos, como Holanda, la situación es dife­rente: el antibiótico es un modelo de receta muy especial y muy especifi­co. Aquí ha habido un problema de cultura, que se soluciona promovien­do un cambio en la educación, en la formación de los profesionales, de los usuarios…

 

El Ministerio de Sanidad invierte en campañas publicitarias para la concienciación sobre la impor­tancia del uso prudente de los antibióticos. ¿Son eficaces?

Sí, lo hace a través de una comisión específica para analizar las multirre-sistencias en la que tengo el honor de participar.

Su eficacia es lo que tenemos que comprobar. El primer paso son las campañas publicitarias, donde se está llamando la atención sobre el tema, que es el primer objetivo. A partir de ahí se introducirán otras re­ferencias para redirigir la formación de profesionales y público.

 

¿Cuál es el papel de las farmacias en el uso racional de los antibió­ticos?

Es esencial. Muchas personas van solicitando consejo al farmacéutico, que es un profesional sanitario de pri­mera línea, y lógicamente es conoce­dor de esta problemática, por lo que puede ayudar en la concienciación del uso correcto de estos fármacos.

 

¿Se está haciendo un uso racio­nal de los antibióticos a nivel hospitalario?

A nivel hospitalario siempre ha existi­do conciencia de que había que tra­tar de frenar el consumo y redirigirlo. Con este objetivo existen en todos los hospitales desde hace algunos años los Programas de Optimización de Uso de Antimicrobianos (PROA), unas comisiones cuya función con­siste en revisar diariamente los ge­nerados el día anterior y analizar si están bien indicados, si la dosis es correcta, si el tiempo de tratamiento es suficiente… y hablar con los mé­dicos responsables para llegar a un acuerdo en la medicalización.

Dr. Ramón Cisterna
Presidente de la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS)

 

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