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Panorama | ¿Estamos a tiempo de evitar la era postantibiótica?

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Se estima que la resistencia antimicrobiana (RAM) causa alrededor de 700.000 muertes al año en el mundo, de las cuales 33.000 ocurren en la Unión Europea (UE). Cerca del 40% de la carga sanitaria asociada a este problema proviene de bacterias resistentes a antibióticos de último recurso, como los carbapenémicos y la colistina, cuya ineficacia deja a los pacientes sin opciones de tratamiento efectivo. Las previsiones son pesimistas: en los próximos 25 años, de aquí a 2050, la RAM podría causar a nivel global más de 39 millones de muertes directas y 169 millones de muertes indirectas –por asociación con otras patologías–, superando en impacto a enfermedades como el cáncer si no se adoptan las medidas adecuadas.

Esta previsión es una de las conclusiones que se desprenden de un estudio publicado el pasado mes de septiembre por la revista The Lancet sobre los efectos de la resistencia antimicrobiana en la salud global.

Este análisis, que abarca 204 países y territorios, afirma que entre 1990 y 2021 más de un millón de personas perdieron la vida cada año a causa de infecciones resistentes, un problema que aparece cuando las bacterias u otros patógenos mutan y evolucionan dejando de responder a los antibióticos.

Aunque las muertes por RAM en niños menores de cinco años disminuyeron en un 50%, entre las personas mayores de 70 años se incrementaron en más de un 80%. De seguir esta tendencia, se prevé que en 2050 el número de muertes directas por RAM alcance los 1,91 millones anuales, lo que representa un aumento del 70% en comparación con 2022. Además, esto variará según el nivel de renta de cada país: los menos afectados serán los de altos ingresos, como Estados Unidos y varias naciones europeas, con un incremento de un 72% en las muertes relacionadas con RAM en ancianos, mientras que en las regiones del norte de África u Oriente Próximo se prevé un aumento en los fallecimientos cifrado en un 234%.

Un enfoque global

A pesar de estos datos, el estudio destaca que, si se mejora el acceso a la atención médica y a los antibióticos, se podrían evitar hasta 92 millones de muertes entre 2025 y 2050.

Para ello es necesario implantar una serie de acciones, entre las que destacan una distribución equitativa de los recursos médicos facilitando un mejor acceso a los antibióticos existentes, fortalecer los sistemas de salud, implementar estrategias de prevención y control, el uso de vacunas, fomentar el consumo adecuado de antibióticos y promover la investigación de nuevos medicamentos.

«Únicamente tres de cada diez europeos saben que la ingesta innecesaria de antibióticos contribuye a la pérdida de eficacia de estos medicamentos y que deben tomarse únicamente cuando lo indica un médico»

Un informe interinstitucional publicado el pasado mes de febrero por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), aportó datos que verifican que la aplicación de este tipo de medidas puede ofrecer resultados positivos.

Concretamente, las tres agencias analizaron las tendencias del consumo de antimicrobianos y la resistencia a los mismos en Escherichia coli (E. coli) tanto en seres humanos como en animales destinados a la producción de alimentos en Europa, abarcando el período de 2014 a 2021, años en el que el uso de antibióticos en la ganadería disminuyó un 44% debido a las políticas implementadas. El resultado fue que estas bacterias son cada vez menos resistentes a los antibióticos a medida que se reduce su consumo global, demostrando que es posible revertir esta tendencia.

El informe destaca además que, en seres humanos, el uso de grupos importantes de antibióticos –como los carbapenemos, las cefalosporinas de tercera y cuarta generación, y las quinolonas– está vinculado a la resistencia a estos antibióticos en la
E. coli. Asimismo, en animales destinados a la producción de alimentos, el empleo de quinolonas, polimixinas, aminopenicilinas y tetraciclinas se asocia con una resistencia similar en sus bacterias de E. coli. Existe, además, un vínculo entre la resistencia bacteriana en humanos y en animales de producción. Esto se observa en Campylobacter jejuni y Campylobacter coli, dos bacterias que pueden propagarse a las personas a través de los alimentos, lo que refuerza el concepto One Health (Una sola salud), un enfoque integral y unificador en el que la salud humana está interconectada con la salud animal y medioambiental.

En base a estos resultados, se subraya la importancia de redoblar esfuerzos en reducir el consumo innecesario de antibióticos, fortalecer los programas de inmunización y mejorar las prácticas de prevención y control de infecciones, tanto en la población general como en los centros sanitarios.

¿Estamos concienciados de la RAM?

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la RAM cada año provoca más de 35,000 muertes en la Unión Europea y el Espacio Económico Europeo (UE/EEE) y representa un coste aproximado de 11.700 millones de euros para los sistemas de salud.

Sin embargo, una encuesta paneuropea sobre la resistencia a los antimicrobianos, publicada en 2022 por la Autoridad de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias (HERA) de la Comisión Europa, reflejó que la mitad de los europeos siguen creyendo erróneamente que los antibióticos matan virus, aunque, por otro lado, se registró una disminución en el uso de estos fármacos.

Los datos recabados en la encuesta del Eurobarómetro reflejaron que un 23% de los ciudadanos europeos tomó antibióticos en el último año, el porcentaje más bajo desde 2009, un descenso que señala el impacto positivo de las campañas de concienciación. Sin embargo, aumentó mucho el consumo de los antibióticos de amplio espectro, sobre todo en hospitales, donde el uso de carbapenemos, un grupo de antibióticos que a menudo se emplean como último recurso, aumentó un 34% entre 2012 y 2021.

También reveló que sólo el 50% de los europeos sabe que los antibióticos no combaten infecciones virales, como la gripe o el resfriado, lo que ha provocado que una gran proporción de ciudadanos los consumiesen de forma no justificada (es decir, solo por infecciones víricas o síntomas), a lo que se une que aproximadamente el 8% sigue usándolos sin receta médica. De hecho, únicamente tres de cada diez personas sabían que la ingesta innecesaria de antibióticos contribuye a la pérdida de eficacia de estos medicamentos y que deben tomarse únicamente cuando lo indica un médico.

Ante estas cifras, los expertos advierten que la prudencia en el uso de antibióticos y la concienciación ciudadana son cruciales para reducir la amenaza de la resistencia a largo plazo, así como en la necesidad de combinar las políticas de salud pública con educación y cambios en la práctica médica.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha catalogado la RAM como una de las diez principales amenazas para la salud global y ha advertido de la posibilidad de entrar en la denominada era postantibiótica, un escenario donde las infecciones bacterianas se vuelven intratables, y en el que enfermedades previamente controladas, o incluso procedimientos médicos rutinarios, podrían convertirse en causas comunes de mortalidad. Para lograrlo, aboga por mejorar la sensibilización y los conocimientos en materia de resistencia a los antimicrobianos; reforzar la vigilancia y la investigación; reducir la incidencia de las infecciones; optimizar el uso de medicamentos antimicrobianos; y asegurar que se realicen inversiones sostenibles en la lucha contra la resistencia a los antimicrobianos.

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