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Panorama | El farmacéutico como impulsor del autocuidado: una fórmula para hacer sostenibles los sistemas de salud europeos

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Una promoción adecuada del autocuidado podría ser clave para reducir la presión actual que existe en los sistemas sanitarios de toda Europa, tanto a nivel asistencial como económico. Así lo afirma el estudio “Redefinir el papel del autocuidado en Europa”, recientemente publicado por Haleon, laboratorio especializado en Consumer Healthcare, y desarrollado por la consultora de ciencias de la vida y sanidad Vintura.

La transformación de los sistemas sanitarios es acuciante. Factores como el envejecimiento de la población, la escasez de personal sanitario (Europa tiene actualmente un déficit de 50.000 médicos) o los altos costes que implican las terapias innovadoras dejan entrever la presión a la que se ven sometidos actualmente, lo que obliga a buscar fórmulas para atajar este problema.

El informe de Haleon recoge, entre otros datos, los resultados del último “Barómetro EPOSSI: Percepciones de los consumidores sobre el autocuidado en Europa”, que afirma que 8 de cada 10 ciudadanos reconocen que su salud es su responsabilidad, y consideran que hacerse cargo de ella les otorga múltiples beneficios, como aumentar su calidad de vida, una mejor prevención de enfermedades y más independencia. Un apunte que avala esta forma de pensar es que actualmente en el viejo continente se autogestionan 1.200 millones de casos de dolencias leves. Si esto no ocurriese, serían necesarios 120.000 médicos más. De hecho, desde el estallido de la Covid-19 se han reducido notablemente las visitas a urgencias por afecciones menores.

Esta actitud puede generar resultados sanitarios positivos a nivel asistencial y económico y ayudar a aliviar la fuerte presión que existe sobre los sistemas sanitarios europeos, logrando mejorar los resultados en lo que respecta a la salud en general basada en la autogestión, en el tratamiento de dolencias menores, en el manejo de patologías crónicas o en la reducción de enfermedades graves.

Barreras y medidas a aplicar

A pesar de la buena disposición por parte de la población, actualmente existen barreras que limitan el autocuidado. Una de las principales es el enfoque tan restringido que dan las políticas sanitarias a la prevención.

Actualmente, los países europeos gastan cerca del 80% de su presupuesto sanitario en enfermedades crónicas que pueden considerarse prevenibles en gran medida. Además, se da la circunstancia de que comparten los mismos factores de riesgo conductuales (tabaquismo, consumo de alcohol, dietas poco saludables o inactividad física) que podrían evitarse con un estilo de vida más saludable. Sin embargo, solo el 3% del presupuesto se gasta en prevención, que se ha demostrado que produce un alto retorno de la inversión gracias a que mejora la salud general de la ciudadanía y redunda en una mayor productividad y empleabilidad, además de reducir los costes de los tratamientos.

Otra traba es la falta de alfabetización en temas de salud. En Europa, cerca de la mitad de la población adulta muestra escasos conocimientos al respecto. Según el Barómetro EPOSSI, únicamente el 48% de los ciudadanos tiene suficiente confianza como automedicarse en afecciones no graves, y sólo 2 de cada 10 se sienten muy seguros en la gestión de su propia salud.

El tercer punto a tener en cuenta es que no existe un patrón común sobre el autocuidado, siempre a caballo entre la prevención del individuo y el tratamiento por parte de un profesional sanitario.

Según recoge el informe, para que el autocuidado crezca y tenga relevancia es necesaria la colaboración de un profesional sanitario, donde los farmacéuticos serían una pieza fundamental. Sin embargo, hay muchas diferencias en el papel que ejercen según el país. En los Países Bajos, por ejemplo, trabajan estrechamente con los médicos con el fin de mejorar la atención al paciente, mientras que en España no forman parte del Sistema Nacional de Salud.

Por último, se encontraría el acceso a los medicamentos sin receta o de venta libre (OTC), donde existen importantes diferencias culturales, políticas y legislativas en las regiones europeas. Esto hace que se observen aspectos muy dispares con respecto a las indicaciones, la población diana, la dosis, la concentración, las contraindicaciones o los tamaños de los envases. A esto se añade también disparidad en los canales de distribución, la regulación de la publicidad y el reembolso y la fijación de precios.

Lo cierto es que a pesar de la existencia de un procedimiento centralizado para la autorización del mercado OTC en Europa, apenas se utiliza.

El informe propone, como medida para reducir la carga financiera a la que se ven sometidos los sistemas de salud europeos, que ciertos medicamentos de prescripción se conviertan en medicamentos de venta libre, siempre y cuando se considere seguro y no comprometa el acceso de la ciudadanía a los mismos, ya que facilitaría cumplir con el tratamiento de forma eficaz y aumentaría la autonomía del paciente.

Con respecto al ahorro de costes, se beneficiarían tanto los sistemas de salud (con respecto al precio, visitas al médico de cabecera o al servicio de urgencias y hospitalizaciones) como la sociedad (disminuirían las bajas laborales).
También es importante tener en cuenta los aspectos socioeconómicos para evitar posibles desigualdades al cambiar de prescripción a OTC, ya que podría afectar a aquellas personas con escasa capacidad económica, sobre todo si es precio es alto o debe tomarse con frecuencia. En varios países europeos, como Reino Unido o Alemania, el reembolso de medicamentos de venta libre es posible en circunstancias especiales, como, por ejemplo, cuando se utilizan para el tratamiento de enfermedades crónicas.

El papel del farmacéutico

Es necesario valorar los posibles efectos negativos del autocuidado sin la participación de profesionales sanitarios que ayuden al paciente, como un uso inapropiado de los medicamentos de venta libre (efectos adversos con el abuso de los analgésicos, por ejemplo), interacciones potenciales con otros fármacos recetados o el empleo indebido de antibióticos.

Estos puntos podrían ser resueltos por los farmacéuticos comunitarios, que pueden brindar un asesoramiento adecuado sobre el uso de medicamentos y derivar al médico cuando lo consideren necesario. De hecho, tienen una posición privilegiada para facilitar el acceso del autocuidado a la población.

La actual coyuntura ofrece una oportunidad real para que asuman un papel más importante en el control de la salud y la gestión del autocuidado gracias a que la mayoría de las personas tienen fácil acceso a una farmacia en Europa –son el centro sanitario más profuso del continente–, donde pueden encontrar asesoramiento profesional para multitud de patologías a cualquier hora del día.

Además, los farmacéuticos podrían desempeñar un papel importante en la transición de medicamentos de prescripción a OTC, y su experiencia también podría utilizarse para la prestación de servicios profesionales desde la farmacia comunitaria.

Sin embargo, la percepción y la confianza en los farmacéuticos varía mucho entre los países europeos. Educar a los ciudadanos sobre la experiencia y las funciones que desempeñan estos sanitarios podría dar como resultado que se desarrollara una relación más estrecha en términos de gestión y control del autocuidado, como ya ha ocurrido en países como Francia y Bélgica.

En el país galo ha sido a través del “Dossier Pharmaceutique”, una historia clínica (que incluye fármacos de prescripción y de venta libre) que se gestiona y puede ser valorada por farmacéuticos comunitarios para ayudar a prevenir interacciones medicamentosas, abuso de fármacos, mejorar la adherencia, etc.

En Bélgica, el Colegio de Farmacéuticos hace uso de un servicio web que está integrado en el software de dispensación que alerta cuando un medicamento está sujeto a un seguimiento adicional para que no se produzca un uso indebido.

Conclusiones

En definitiva, este estudio es el resultado de diferentes conversaciones realizadas entre una amplia variedad de expertos en salud. En él se han identificado importantes recomendaciones además de las ya mencionadas para la implementación de políticas que eliminen barreras y empoderen a las personas con un mejor conocimiento del autocuidado.

Entre ellas destacan el fomentar la educación sanitaria en las etapas más tempranas de la vida, simplificar los prospectos de venta libre, crear planes financieros innovadores para un autocuidado accesible para todos, instaurar estructuras financieras para apoyar a los farmacéuticos en su función de asesoramiento, incluir el autocuidado en el plan de estudios de los profesionales sanitarios, establecer estructuras y herramientas para apoyar el intercambio de datos, instituir plataformas para la colaboración entre los diferentes profesionales sanitarios o desarrollar políticas de apoyo al autocuidado.

Este trabajo ha permitido unificar distintos puntos de vista sobre cómo abordar los retos a los que se enfrentan los sistemas sanitarios europeos con la prevención, los estilos de vida saludables y la autogestión de la salud, así como tres claras prioridades: ampliar el papel de los farmacéuticos, aumentar la educación sanitaria y garantizar el acceso al autocuidado.

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