Cerca del 60% de los adultos y uno de cada tres niños europeos padecen sobrepeso u obesidad. Estos datos se desprenden del estudio WHO European regional obesity report 2022 editado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En sus páginas se apunta a que estas patologías causan más de 1,2 millones de muertes cada año en esta región, lo que representa más del 13% del total de los fallecimientos registrados. De hecho, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el sobrepeso podría causar más de 320.000 muertes prematuras anualmente en los países de la Unión Europea (UE) en los próximos 30 años si no se toman medidas correctoras.
En la mayoría de los estados miembro de la UE las estadísticas apuntan a que más de la mitad de los adultos padecen sobrepeso u obesidad desde hace años. Entre 2014 y 2019, según cifras de Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea, las tasas de sobrepeso aumentaron en prácticamente todos los países (la media de personas con este problema se situaba en el 53% de la población adulta), excepto en Francia y Luxemburgo, donde se mantuvieron estables. Austria, Croacia, Finlandia, Hungría y la República Eslovaca fueron las regiones con mayor auge de la enfermedad. España se situó en la decimoprimera posición de los 26 países analizados, con un 53% de la población afectada, un punto por encima de la media europea.
Por género, los hombres tienen más probabilidades que las mujeres de tener sobrepeso u obesidad en todos los estados de la UE.
También se observaron importantes diferencias por nivel educativo: cuanto más bajo, más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad, un rasgo común en todas las regiones analizadas. Este hecho también repercute en una mayor desigualdad con respecto a la salud y las posibilidades de conseguir un empleo. Las personas con al menos una enfermedad crónica asociada con el sobrepeso tienen menos oportunidades de encontrar trabajo, y, si lo hacen, posiblemente tengan más bajas laborales o sean menos productivas, según datos de la OCDE recogidos en su informe Health at a Glance: Europe 2022.
Las predicciones a medio plazo no son optimistas. Según el Atlas Mundial de la Obesidad 2023 publicado por la Federación Mundial de la Obesidad, esta patología crónica afectará al 35% de las mujeres y al 39% de los hombres en 2035, lo que tendrá un impacto económico equivalente al 2,6% del PIB europeo.
¿Qué es la obesidad?
La obesidad es una enfermedad multifactorial compleja caracterizada por una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. No solo representa un problema estético, sino que está estrechamente ligada a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades no transmisibles (ENT), entre las que se incluyen problemas cardiovasculares, metabólicos, diabetes tipo 2, complicaciones musculoesqueléticas, varios tipos de cáncer (se estima que es responsable de al menos 200.000 nuevos casos de cáncer al año en la Región Europea de la OMS), y enfermedades respiratorias crónicas, incluida la apnea obstructiva del sueño (AOS). Además de las implicaciones para la salud, también conlleva un importante gasto para los sistemas sanitarios y la economía en general.
La obesidad se desarrolla a lo largo de la vida a través de una compleja interacción de factores genéticos, biológicos, comportamentales y ambientales. El entorno obesogénico actual (no solo físico, sino también digital a través del marketing online) se caracteriza por una mayor disponibilidad de alimentos poco saludables y una disminución de la actividad física, lo que promueve el aumento de peso entre la población.
El tratamiento de la obesidad es complejo y requiere de un enfoque integral que aborde tanto las causas subyacentes como las consecuencias para la salud. Esto incluye, según la OMS, planes de atención individualizados, intervenciones psicológicas, farmacológicas y quirúrgicas cuando sea apropiado, ya que es urgente tomar medidas para prevenir y controlar esta enfermedad.
Además de implementar enfoques integrales para abordar la obesidad en Europa basados en el ámbito de la promoción de la salud y la educación, también es fundamental que exista una regulación legal al respecto.
Control de la obesidad en adultos
La fisiopatología de la obesidad ha respaldado el desarrollo de nuevos tratamientos para reducir el peso corporal, como la farmacoterapia, y lo que es más importante, para prevenir o tratar las comorbilidades relacionadas con esta. De hecho, el informe de la OCDE apunta que habría que orientar estos tratamientos hacia la mejora de los resultados de salud del paciente en lugar de solo a la pérdida de peso.
Según esto, después de una cuidadosa evaluación médica, los afectados deberían recibir una atención individualizada que aborde las causas de su obesidad y las pautas adecuadas para cambiarlas, como la nutrición, los hábitos alimenticios, la actividad física y los comportamientos sedentarios, así como terapias adyuvantes, que pueden incluir intervenciones psicológicas, farmacológicas y quirúrgicas. Lo ideal sería crear un plan integral de control de la obesidad por un equipo multidisciplinario que trabaje con el individuo.
En el año 2019, la Sociedad Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) elaboró una guía de práctica clínica dirigida a los médicos de cabecera centrada en el paciente. Este trabajo se enfoca en la comunicación a través de la entrevista motivacional (esencial para la adherencia al tratamiento y para evaluar la disposición al cambio), así como en la educación terapéutica. También subraya la importancia de evitar la estigmatización en los entornos sanitarios, ya que puede aumentar los trastornos alimentarios entre otras patologías. Asimismo, resalta la relevancia de abordar los aspectos psicológicos de la obesidad, como la mejora de la autoestima, la imagen corporal y la calidad de vida.
No obstante, alcanzar la máxima pérdida de peso en el menor tiempo posible no constituye la clave para un tratamiento exitoso o para obtener resultados sostenibles en el tiempo según este estudio. De hecho, la evidencia sugiere que una pérdida de peso del 5 al 10% es suficiente para lograr beneficios sustanciales para la salud al mermar las comorbilidades asociadas a la obesidad. Igualmente, reducir el perímetro de la cintura puede ser aún más relevante que la pérdida de peso en sí, dado que está asociado con una disminución de la grasa visceral y los riesgos cardiometabólicos. A esto se suma que es crucial prevenir la recuperación del peso para el éxito a largo plazo.
Tratamiento farmacológico
En Europa generalmente se recomienda la farmacoterapia para individuos con IMC ≥ 30 o IMC ≥ 27 con comorbilidad relacionada con el peso (hipertensión, dislipemia, enfermedad cardiovascular, apnea obstructiva del sueño, prediabetes o DM2), y siempre apoyado con intervenciones psicológicas conductuales.
La farmacoterapia puede ser un apoyo importante para incrementar considerablemente la pérdida de peso en comparación con los resultados que se obtienen únicamente con la implementación de hábitos saludables, y, además, es importante considerarla en la prevención de la recuperación de peso.
La obesidad se desarrolla a lo largo de la vida a través de una compleja interacción de factores genéticos, biológicos, comportamentales y ambientales
Hasta la fecha, muy pocos fármacos han obtenido la aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para su uso clínico en el manejo de la obesidad: orlistat, liraglutida y la combinación de bupropión y naltrexona. La disponibilidad de estos medicamentos varía dentro de los diferentes países y pueden tener distintas limitaciones con respecto a su prescripción.
En 2021, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó la semaglutida inyectable de 2,4 mg una vez a la semana para el control de peso crónico en adultos con obesidad o sobrepeso y con al menos una afección relacionada con el peso, medida que recientemente ha sido aprobada por la EMA.
Lo cierto es que el desarrollo farmacológico de medicamentos contra la obesidad continúa y los estudios de fase 3 están ofreciendo resultados prometedores.
Entrenamiento físico
El ejercicio físico es otro de los grandes pilares en el tratamiento y prevención de esta patología. En 2021, el Grupo de Trabajo de Actividad Física de EASO publicó un informe sobre la eficacia del deporte en el tratamiento de la obesidad en adultos.
Entre sus conclusiones destacaron varias recomendaciones según el resultado que se desee alcanzar: realizar ejercicio aeróbico de intensidad moderada para lograr la pérdida de peso corporal, de grasa total, grasa visceral, grasa intrahepática y para la mejora de la presión arterial; entrenamiento de resistencia de intensidad moderada a alta para preservar la masa magra durante la pérdida de peso; cualquier tipo de entrenamiento físico (aeróbico, de resistencia y combinado) o de intervalos de alta intensidad (después de una evaluación exhaustiva del riesgo cardiovascular y bajo supervisión) para la mejora de la sensibilidad a la insulina y para aumentar la capacidad cardiorrespiratoria; y ejercicios de resistencia solos o combinados con entrenamiento aeróbico para el incremento de la capacidad muscular.
Medidas políticas
Un creciente número de países europeos ya ha tomado medidas a nivel político para abordar el aumento de la tasa de obesidad. Existe una amplia gama de opciones, que incluye una amplia legislación sobre el etiquetado de los alimentos, campañas de concienciación pública, restricciones en la publicidad de alimentos dirigida a niños, implementación de programas en las escuelas sobre prevención de la obesidad, iniciativas de transporte activo o políticas de precios.
Un ejemplo es la inminente creación de un etiquetado frontal alimentario o front of pack (FOP) único y obligatorio en Europa que establezca los perfiles nutricionales en las diferentes categorías de alimentos, lo que permitiría generar políticas de educación y transparencia para el consumidor, así como mejorar los hábitos de consumo de los diferentes grupos de población restringiendo la promoción de alimentos ricos en grasas, sal o azúcar. En este sentido, Nutri-Score es quizás el ejemplo más conocido que informa sobre la calidad nutricional del producto con un diseño simplificado. Desarrollado por el Instituto Francés de Salud Pública, ya se utiliza en varios países europeos entre los que se incluye España.
El desarrollo farmacológico de medicamentos contra la obesidad continúa y los estudios de fase 3 están ofreciendo resultados prometedores.
En general, según la OCDE, las políticas más comunes se centran en proporcionar información a la población y aumentar el número de opciones saludables, mientras que las medidas enfocadas en modificar los precios de los productos saludables y regular la promoción de las opciones no saludables, son las menos utilizadas.
Otra estrategia empleada por los gobiernos se ha centrado en mejorar la composición de los alimentos y su etiquetado, con el propósito de reducir, por ejemplo, la cantidad de azúcar añadido en los productos procesados por parte de la industria alimentaria. Sin embargo, esta medida ha enfrentado una firme oposición por parte de los principales actores de la industria, que abogan por enfoques autoregulados y voluntarios menos efectivos en términos de salud pública. Además, según la OCDE, reclaman participar en el diseño de las políticas que se vayan a implementar, así como en la toma de decisiones, lo que conduce a medidas menos restrictivas.
La obesidad, una enfermedad crónica
Estos son algunos de los ámbitos en los que se ha actuado para paliar la obesidad, una dolencia que, en el año 2020, fue reconocida por la Comisión Europea como una enfermedad crónica. Esta determinación refleja que existe un compromiso para priorizar la lucha contra esta ENT que exige impulsar la implementación de medidas efectivas y la adopción de acciones políticas para abordarla de manera integral. Además, los datos demuestran que esto debe realizarse desde una perspectiva global en la que deben participar todos los actores involucrados, como gobiernos, industrias, profesionales de la salud y la sociedad en su conjunto.
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