Información proporcionada por la Federación de Asociaciones de Farmacias de Cataluña (FEFAC)
El servicio de nutrición y dietética en la farmacia puede ayudar a mejorar la salud de la población y, el farmacéutico, caracterizado por su confianza y credibilidad, juega un papel esencial en la recomendación de alimentos y productos en función de las necesidades de cada individuo.
Esto es especialmente importante cuando hablamos de personas con determinadas enfermedades, como por ejemplo el cáncer. A partir de la recomendación de alimentos y productos que mejor se adaptan a las necesidades de los enfermos, el farmacéutico puede contribuir a que estos se sientan mejor y sobrelleven mejor la quimioterapia durante sus tratamientos.
Algunos datos sobre el cáncer
Hoy día 1 de cada 5 hombres y 1 de cada 6 mujeres en el mundo desarrolla cáncer en algún momento de la vida, y 1 de cada 8 hombres y 1 de cada 11 mujeres muere por esta enfermedad. En 2018 hubo 18,1 millones de casos nuevos de cáncer y 9,6 millones de muertes en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aunque solo representa el 9% de la población mundial, Europa representa el 23,4% de los casos mundiales de cáncer y el 20,3% de las muertes por cáncer. Según la OMS, es la segunda causa de mortalidad en Europa.
Importancia de unas buenas pautas alimentarias
Una dieta y hábitos de vida saludable son esenciales para gozar de un buen estado de salud y prevenir enfermedades como el cáncer, aliviarlas cuando se producen y sobrellevar mejor los tratamientos.
Es muy importante que todas las personas, para mantener un buen estado de salud, desayunen cada día, tomen legumbres dos o tres veces por semana, coman cada día hidratos de carbono de absorción lenta (pasta, arroz, patata, cereal, legumbre) y que consuman pescado o marisco entre cuatro y cinco veces por semana.
Una dieta y hábitos de vida saludable son esenciales para gozar de un buen estado de salud y prevenir enfermedades como el cáncer
También se aconseja que la verdura, los vegetales crudos, las hortalizas y la fruta estén presentes a diario en la dieta, mientras que la carne roja no debe ser consumida más de dos o tres veces por semana. Es básico, además, cocinar con aceite de oliva, evitar las grasas saturadas y el azúcar.
Olga Novau, nutricionista y dietista oncológica de la Fundación Liga Catalana de Ayuda Oncológica (Oncolliga), recuerda la importancia para la población de seguir unas buenas pautas de alimentación, especialmente en el caso de los pacientes oncológicos, para los cuales la nutrición no debe suponer un problema añadido a la enfermedad. “Una persona que sufre cáncer tiene que ser alimentada de la mejor manera posible para que pueda sobrellevar el tratamiento y que su cuerpo sufra lo mínimo posible”, asegura. Y añade: “Cada paciente es distinto y algunos alimentos están más indicados que otros, porque son más fáciles de digerir”.
La alimentación con tratamiento oncológico
La nutricionista y dietista oncológica aconseja que las personas en tratamiento tomen cuatro comidas al día y poca cantidad. En cada comida deben estar presentes las proteínas, los hidratos de carbono y las grasas.
- Proteínas: pescado blanco, marisco, clara de huevo, jamón curado, queso fresco, gelatinas, surimi, pollo, pavo y conejo.
- Hidratos de carbono: patata, pasta, arroz, sémola de arroz, pasta de sopa, pan tostado, zanahoria, puerro, calabaza, calabacín, judía verde y berenjena.
- Grasas: de origen vegetal: aceite de oliva, frutos secos, aguacate, etc.
Después de una sesión de quimioterapia se desaconseja tomar alimentos con un alto nivel de grasa (carne roja, crema de leche, lácteos, nata, salsas…), alimentos flatulentos (legumbres, brócoli, coles y alcachofas), alimentos ácidos (fruta poco madura, cítricos, vinagre) y ensaladas.
“La cocina debe ser sencilla, la persona debe comer tranquilamente, beber dos litros de líquido al día, además de tener mucho cuidado con las medidas higiénicas a la hora de manipular los alimentos, limpiando bien la fruta y la verdura”, expone la nutricionista y dietista oncológica.
Después de comer, no hay que tumbarse totalmente plano. Si se sufren náuseas o vómitos hay que tratar de tomar alimentos secos, comiendo poco y a menudo. Igualmente, se deberían controlar diarreas y estreñimiento con la dieta. Si se sufre xerostomía, sequedad en la boca, el consejo es hacer una dieta más líquida y utilizar productos de higiene oral específicos.
La labor informativa del farmacéutico
El profesional farmacéutico debe transmitir la importancia de las dietas y los hábitos de vida saludable a la población, dando pautas específicas a cada tipo de paciente, en función de su enfermedad, como en el caso del enfermo oncológico. Además, recomienda suplementos nutricionales que se adaptan a sus necesidades, aprovechando su conocimiento experto sobre los productos de esta categoría.
La nutricionista y dietista oncológica destaca la importante función que realiza el profesional farmacéutico en cuanto a transmisión de información, no solo en referencia a determinados alimentos y productos que puede aconsejar desde el servicio de nutrición y dietética de la farmacia, sino también en referencia a falsos mitos o creencias sobre alimentos o suplementos que llegan al paciente oncológico desde diferentes canales, prometiendo la cura milagrosa de su enfermedad.
“En el mercado hay muchos alimentos y productos que prometen curar enfermedades y, en ocasiones, la personas, desesperadas, se aferran a ellos”, dice Novau. “Un enfermo de cáncer ha de seguir tomando los alimentos de la dieta mediterránea y no introducir alimentos de otros países, que no ha tomado nunca y a los que su cuerpo no está acostumbrado, porque haya visto en internet que son beneficiosos para el cáncer”, puntualiza. Lo mismo con determinados productos que no cumplen garantías de seguridad y calidad.
El farmacéutico es muy frecuentemente el primer y último profesional sanitario con el cual el paciente tiene contacto cuando tiene un problema de salud. Este hecho le ha permitido ganarse históricamente confianza y credibilidad, dotándole de una gran capacidad de comunicar y acercar a los enfermos al sistema sanitario y a las asociaciones de pacientes. Este es uno de los grandes valores de la farmacia, cuya responsabilidad es la de velar por la salud de las personas.
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