Un estudio publicado en la revista Nature aborda el papel fundamental de las bacterias intestinales en el desarrollo de nuevos probióticos de última generación. Este trabajo se centra en la importancia de las bacterias del intestino, también conocida como microbiota, y cómo su equilibrio puede verse afectado por enfermedades, el uso excesivo de antibióticos y dietas poco saludables.
Las bacterias intestinales desempeñan un papel crucial en la digestión de nutrientes no utilizados por el organismo humano, como la fibra, y a cambio, producen compuestos beneficiosos para nuestra salud. Además, estas bacterias interactúan entre sí, intercambiando nutrientes para aumentar su supervivencia y su contribución al bienestar humano.
La investigación, llevada a cabo por científicos de la Universidad de Gotemburgo en Suecia, identificó dos especies bacterianas (Faecalibacterium prausnitzii y Desulfovibrio piger) que trabajan en colaboración dentro del intestino mediante un intercambio de nutrientes crucial. Este intercambio resulta en la producción de butirato, un ácido graso esencial para la salud de las células intestinales y que tiene efectos beneficiosos en la reducción de la inflamación, el mantenimiento de la barrera intestinal y la regulación de los niveles de glucosa en sangre.
Para preservar estas bacterias fuera del intestino, los científicos suecos lograron aumentar su resistencia al oxígeno, lo que permitió su producción in vitro. Luego, realizaron ensayos en ratones y humanos para evaluar la seguridad y la capacidad de estas bacterias para colonizar el tracto intestinal. Los resultados mostraron que la administración oral de estas bacterias no causó efectos adversos en los participantes del estudio.
Sin embargo, el hecho de utilizar bacterias intestinales como probióticos debe evaluarse rigurosamente, a pesar de que muchas de ellas son bacterias comensales que coexisten con los seres humanos. Aunque se detectó la presencia de ADN de las bacterias ingeridas en algunos sujetos, no ocurrió en todos los casos, lo que sugiere que la colonización puede ser más efectiva en un ecosistema intestinal alterado por una enfermedad que en individuos sanos.
En última instancia, este estudio respalda la idea de que reintroducir bacterias beneficiosas en el intestino puede ser una estrategia prometedora para promover la salud y controlar enfermedades. No obstante, aún quedan desafíos por superar en la identificación y recreación de las interacciones microbianas beneficiosas, así como en el cultivo y preservación de estas bacterias fuera del intestino. Resolver estos desafíos será fundamental para la producción de la próxima generación de probióticos y para aprovechar nuestros microorganismos para mejorar la salud humana.
Referencia: Sanz, Y. et al. «Turning cooperative bacteria into probiotics for human health», Nature (2023)
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