A quién afecta los TCA
Por cada diez mujeres que padecen un TCA sólo un hombre es afectado, siendo la edad de presentación más frecuente la adolescencia donde precisamente la mujer se encuentra más vulnerable debido a los cambios físicos originados por el influjo de las hormonas femeninas. Se conoce que es la tercera causa de enfermedad en jóvenes tras el asma y la obesidad, con un morbimortalidad del 5-15 % y una evolución crónica en el 35% de los casos. En un estudio epidemiológico realizado hace pocos años en la Comunidad Foral
Navarra se observó que en niñas de entre 12 y 21 años de edad aparecían unos 50 casos nuevos de TCA en general al año por cada mil habitantes, siendo más frecuentes los casos inespecíficos. Finalmente también se constata en los últimos años un incremento de TCA en mujeres adultas.
Por qué aparecen estos trastornos
La aparición de los TCA se debe a múltiples factores que intervienen en un momento dado en la persona. Los factores que predisponen a una persona a padecer un TCA están relacionados además de con el sexo femenino o la edad adolescente, con determinados rasgos de su manera de ser como la baja autoestima, la autoexigencia y la intolerancia a la frustración. Además también se sabe que la presión ejercida por los padres acerca de la apariencia física y los antecedentes de obesidad familiar hacen a la persona más vulnerable. Una vez alcanzada esta vulnerabilidad individual, la realización de dietas sin control especializado, comer sola o haber tenido un acontecimiento vital estresante puede precipitar la aparición del cuadro. Por último, una vez establecido el trastorno, éste se podrá perpetuar en función del tiempo de evolución del trastorno o del estado nutricional de la paciente.
Qué son los TCA
Los dos TCA más conocidos son la Anorexia Nerviosa (AN) y la Bulimia Nerviosa (BN), aunque el mayor número de casos corresponden a cuadros incompletos, inespecíficos o atípicos. Es decir, pueden presentar algunos síntomas de la AN o de la BN pero no todos los criterios diagnósticos necesarios para catalogar a la paciente de uno u otro.
La AN se caracteriza fundamentalmente por una pérdida exagerada del peso manteniéndolo por debajo de un Índice de Masa Corporal (peso en Kg/altura2 en cm) de 17,5. Esta pérdida de peso tan exagerada está originada en el propio paciente mediante la evitación de determinados alimentos «que engordan» o la realización de dietas restrictivas, la provocación de vómitos, el ejercicio excesivo, el uso de laxantes o el consumo de fármacos anorexígenos o diuréticos. El punto sintomático clave de estas pacientes se centra en la distorsión de la percepción de la imagen corporal. Finalmente, y debido a la pérdida del peso, presentan una alteración del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal que desencadena una amenorrea secundaria, además de poder tener alterados otros ejes del sistema endocrino. El seguimiento del peso de estas pacientes, de las dietas y de los fármacos consumidos puede considerarse como pieza clave en la buena práctica de una atención farmaceútica eficaz para estas pacientes.
Aunque inicialmente se pensó que la BN era un subtipo de la propia AN, estudios posteriores la confirmaron como una entidad patológica distinta, a pesar de coincidir en el síntoma del miedo intenso a engordar. La BN se caracteriza por presentar una preocupación continua por la comida, con deseos irresistibles por comer y que desencadenan en lo específico del cuadro que es la presencia de atracones: ingesta de grandes cantidades de comida en periodos cortos de tiempo con sensación de pérdida del control. La paciente intenta entonces contrarrestar el aumento de peso que pudiera derivarse de la ingesta descontrolada con mecanismos compensatorios como el vómito, el abuso de laxantes, diuréticos y/o fármacos anorexígenos, o la restricción alimentaria intermitente.
En qué se diferencian los TCA
Como se apunta anteriormente la diferencia fundamental de la AN y la BN es la restricción alimentaria intensa con un peso muy bajo en la primera, y la presencia de atracones con mecanismos compensatorios en la segunda. La AN tiene un inicio precoz, con una mayor frecuencia de consecuencia físicas derivadas del bajo peso, mientras que las pacientes con BN tardan más en diagnosticarse al no presentar un peso tan bajo y muestra más alteraciones de su manera de ser, principalmente con mayores rasgos de impulsividad. (Tabla 1)
Atención a los cuadros inespecíficos
En la mayoría de las ocasiones los TCA se inician sin que la persona sea del todo consciente. En nuestra sociedad todavía y desgraciadamente prima en muchas ocasiones y por encima de la valía personal la importancia que le damos a nuestro físico. El culto al cuerpo y el cánon de la delgadez siguen muy presentes como estereotipo de triunfo y éxito. En estas circunstancias personas con una mayor vulnerabilidad (por ejemplo, adolescentes en época de cambios físicos en la perimenarquia, o adultas frustradas por determinados acontecimientos vitales) pueden encontrar un equívoco bienestar personal en la delgadez. Si a esto le sumamos el bombardeo mediático acerca de productos milagro adelgazantes y la cercanía de la temporada del bikini, tenemos los ingredientes necesarios para iniciar la aventura de quitarnos esos kilos de más. Restringir la dieta, utilizar productos light o bajos en calorías, abusar de laxantes o de ejercicio físico con el objetivo de mejorar nuestro aspecto externo nos sitúa en el precipicio para el desarrollo de un cuadro alimentario inicialmente inespecífico que nos puede dirigir al abismo de un TCA.•
Gloria Sarría Quiroga
Farmaceútica comunitaria
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