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La radiación solar Ultravioleta (UV) se agrupa en tres tipos según su longitud de onda: UVA (de 315 a 400 nm), UVB (de 280 a 315 nm) y la UVC (de 220 a 280 nm). La atmósfera terrestre sólo filtra la UVC y de los rayos ultravioletas no filtrados, un 95% se trata de la radiación UVA. Esta radiación puede penetrar profundamente en la piel, mientras que UVB se absorbe en la epidermis, la capa externa de la piel.

Los cambios clínicos producidos en la piel por la radiación UV están especialmente ligados al Foto-envejecimiento, que incluye la aparición de manchas, hiperpigmentación, vasodilatación y pérdida de la elasticidad de la piel. La mayoría de estos signos se atribuyen a los rayos UVA. Aunque usualmente siempre se habla del envejecimiento en la piel, no se puede olvidar los efectos de la radiación UV sobre los ojos, puesto que es un factor de riesgo sobre el incremento de enfermedades relacionadas con este órgano sensorial; tanto es así, que en este momento se recomienda en todas las edades, incluidos los niños, llevar gafas de protección solar, siempre con las garantías que el farmacéutico puede ofrecer.

La piel, que cubre la superficie externa del cuerpo, es el órgano de mayor extensión, tanto en superficie como en peso de todo nuestro organismo. Desde el punto de vista estructural, la piel consta de dos partes bien diferenciadas, la epidermis (porción más fina y superficial) y la dermis (porción más gruesa y profunda). Debajo de la dermis, se encuentra el tejido subcutáneo, denominado a veces hipodermis. Alrededor de un 8% de las células epidérmicas son melanocitos, que producen melanina, que absorbe las radiaciones UV.

La melanina es transferida a los queratinocitos, donde se extiende formando un velo protector sobre el núcleo protegiendo el ADN nuclear del daño por radiaciones UV.

El fotoenvejecimiento de la piel depende principalmente del grado de radiación UV y de la cantidad de melanina en la piel. Los estudios confirman que una exposición solar aguda provoca una oxidación, generando especies oxidadas reactivas (ROS), por tanto lo primero en que cabe pensar es en la utilización oral de antioxidantes. A partir de aquí y, aparte de los posibles daños en el ADN, las radiaciones UV activan los receptores celulares de los queratinocitos y fibroblastos, con lo cual disminuye la síntesis de colágeno y aparecen los primeros síntomas clínicos de fotoenvejecimiento: pecas, manchas, hipo o hiperpigmentación, sequedad, pérdida del tono de la piel y pérdida de elasticidad, para terminar en lesiones pre-cancerosas o posiblemente en un cáncer de piel o melanoma.

Existen tres tipos de fotoprotección: la biológica, la química y la sistémica. En este sentido, la biológica es la más importante para el diseño de complementos alimenticios, ya que son las sustancias que tienen capacidad de absorber las radiaciones en el propio organismo. Dentro de éstas encontramos las bases nucleicas de pirimidina y purina que residen en el núcleo celular; éstas absorben UVB, que deriva en ciclobutano de pirimidina, que si no se repara, produce la muerte celular. Algunos aminoácidos y vitaminas, entre ellos el triptófano, la tirosina, la nicotinamida, flavinas y otros cofactores, también absorben los UVB; la melanina, cuyos productos finales, al captar la radiación UV, conducen a ROS (especies reactivas oxidadas); y, finalmente, el sistema antioxidante de la piel, sistema de defensa natural formado por 3 tipos de mecanismos:

  • Antioxidantes enzimáticos: como la superóxido dismutasa, la catalasa, glutatión peróxidasa y reductasa, todos ellos integrados por diversos minerales, y aminoácidos, como la cisteína, zinc, selenio, cobre, manganeso, hierro o níquel, que sin su presencia no es posibles sintetizar la totalidad del enzima.
  • Antioxidantes no enzimáticos: como son diversas vitaminas: vitamina E y vitamina C, carotenos, polifenoles y otros compuestos bioactivos que regeneran la capacidad antioxidante del organismo.
  • Antioxidantes a nivel mitocondrial: como es el caso del Coenzima Q10.

Así, y pensando en la preparación de la piel de cara al verano, debemos tener en cuenta los siguientes puntos:

Vitaminas directamente relacionadas con la integridad y mantenimiento de la piel

Entre las vitaminas hidrosolubles relacionadas directamente con el mantenimiento de la piel encontramos:

  • Riboflavina (vitamina B2): Su déficit cursa con alteraciones de las mucosas, inflamación de los labios y descamaciones epiteliales.
  • Niacina (vitamina B3): Su déficit provoca trastornos de la microcirculación periférica, necesaria para que lleguen los nutrientes a la piel, en este caso muy importante.
  • Ácido pantoténico: Su déficit no cursa con alteraciones dérmicas, pero existen indicaciones terapéuticas, ya que se utiliza en el tratamiento de injertos cutáneos, alopecias, seborrea y mejora de cicatrices.
  • Piridoxina (vitamina B6): Su déficit cursa con la aparición de una dermatitis seborreica.
  • Biotina (vitamina B8): Su déficit provoca una dermatitis escamosa que lleva aparejada una coloración grisácea en la piel.
  • Inositol y Colina: Una hipovitaminosis en alguno de estos dos micronutrientes supone una pérdida de pelo y la aparición de eczemas y dermatitis.
  • Ácido ascórbico (vitamina C): Posee, por un lado, un efecto potente antioxidante que actúa sobre las especies oxígeno reactivas (ROS) y sobre las especies nitrógeno reactivas (RNS), estas últimas suelen aparecer debido a la contaminación o al humo del tabaco; ambas especies son dañinas para la piel. Por otro lado, el ácido ascórbico es un cofactor absolutamente necesario en la síntesis de colágeno, básico en el mantenimiento de la piel.

Minerales directamente relacionados con la integridad y mantenimiento de la piel:

  • Selenio: Forma parte del potencial antioxidante del organismo, y junto con las vitaminas C y E, contribuye a defender la piel de las especies nitrógeno reactivas (RNS) y oxígeno reactivas (ROS). Por ello, protege la piel del fotoenvejecimiento. También se cree que desarrolla un papel importante en la prevención del cáncer de piel.
  • Níquel: Estabiliza la estructura de las proteínas y actúa como cofactor enzimático.
  • Zinc: es uno de los elementos más relacionados con la piel. Tiene un papel importante en la síntesis y reparación del colágeno; además de sus efectos como antioxidante, actúa frente a la aparición de especies oxidadas, por lo que un buen complemento de alimentación es la combinación de Selenio+Zinc. Actúa también en la protección de las células.
  • Cobre: Su déficit puede provocar despigmentación de la piel. Recordar que las formulaciones que contengan cobre deben estar perfectamente ajustadas, ya que un exceso puede resultar tóxico, por estar las dosis tóxicas cercanas a las óptimas.

– Entre las vitaminas liposolubles relacionadas directamente con el mantenimiento de la piel, encontramos:

  • Vitamina A: Recordemos que se puede ingerir vitamina A en forma de sus precursores, los carotenos. Uno de los carotenos relacionados con la mejora de la piel es el β-caroteno, mientras el licopeno (caroteno del tomate) también se utiliza en las formulaciones para el mantenimiento de la piel. Especialmente eficaces son los carotenos (β-caroteno), que actúan captando especies oxidadas; además es el que quizá ha sido más estudiado y a su vez su uso más difundido, ya que científicamente se ha probado que el β-caroteno posee un gran potencial fotoprotector.
  • Vitamina E (tocoferoles + tocotrienoles): Posee un potente efecto antioxidante, recordemos que los lípidos forman parte de la barrera de la piel y es muy fácil que se oxiden, por ello es necesario un buen aporte de vitamina E, para eliminar las especies oxígeno reactivas (ROS) que se hayan podido formar en la capa lipídica. Indirectamente se halla, por ello, relacionada con la formación de arrugas y mejora los casos de hiperpigmentación facial, al mismo tiempo que como actúa como antioxidante es buen ingrediente en la prevención del fotoenvejecimiento.

Compuestos bioactivos relacionados con la integridad de la piel

Al lado de los nutrientes tradicionales, en los complementos alimenticios relacionados con el mantenimiento de la piel se hallan otros ingredientes funcionales que ejercen actividad en este campo. Entre ellos se encuentran el ácido α-lipoico, potente antioxidante, el coenzima Q10 o ubiquinona, que también ejerce su función como antioxidante, o diversos extractos polifenólicos, derivados del té, de la uva, de las frutas del bosque, de la granada o del cacao, que ejercen sus funciones también, fundamentalmente, como antioxidantes.

Otros compuestos utilizados en el mantenimiento de la piel es el Pycnogenol™, que es un extracto estandarizado de pino marítimo frances (Pinus pinaster L.) que contiene 70±5 % de procianidinas y otros bioflavonoides, como la catequina y la taxifolina. Además, incrementa la microcirculación capilar, lo que hace que los nutrientes accedan mejor a la piel, y favorece a su vez la hidratación, lo que mejora la eliminación de productos de deshecho. Debemos recordar que la microcirculación va disminuyendo con el envejecimiento, por lo que es necesario activarla para que puedan llegar los micronutrientes a la piel. El Pycnogenol es, además, un antioxidante muy potente, que protege a la vitamina C (se ha comprobado que prolonga la actividad de dicha vitamina en la piel y que también protege la vitamina E de la oxidación). Como posee también efectos antiinflamatorios y protege la piel de fotoradiaciones, es eficaz, junto con la vitamina E, para reducir las manchas en la piel. En la piel se ha demostrado que inhibe los mediadores de la inflamación, especialmente en los queratinocitos (células de la epidermis), células endoteliales y leucocitos. Reduce la inflamación en casos de psoriasis y dermatosis.

Como colofón, añadir que estos nutrientes se deben tomar a lo largo de las estaciones para que la piel pueda realizar sus funciones siempre protegida. •

Magda Rafecas
Farmacéutica

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