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Actualmente existen miles de soluciones móviles centradas en el ámbito de la salud dirigidas tanto al profesional farmacéutico como al paciente. Aunque hay indicios de su efectividad real para mejorar la vida de las personas, es un campo con numerosos interrogantes abiertos. Estos abarcan desde aspectos puramente médicos que garanticen su efectividad y seguridad, hasta la necesidad de crear un marco legal que regule materias como los requisitos técnicos necesarios o su financiación.

La OMS define la mHealth como “la práctica de la medicina y la salud pública soportada por dispositivos móviles como teléfonos, dispositivos de monitorización de pacientes, asistentes digitales y otros dispositivos inalámbricos”. Esta descripción incluye tanto aplicaciones sobre el estilo de vida y el bienestar como aquellas más focalizadas en recopilar y acceder a datos relacionados con el control de la salud.

Este tipo de apps han proliferado en los últimos años. Según el último informe publicado por Grand View Research se prevé que el mercado de las aplicaciones de salud para el móvil supere los 130.000 millones de euros en 2028 y que registre una tasa de crecimiento anual en torno al 17,7% hasta 2030. En julio del pasado año la consultora IQVIA publicó el informe “Digital Health Trends 2021, Innovation, Evidence, Regulation and Adoption” en el que analizaba el estado y las tendencias de la salud digital móvil. En ese momento el mercado disponía de cerca de 350.000 apps, de las que 90.000 aparecieron tan solo en 2020. A pesar de estas cifras, el 83% de ellas no alcanzó las 5.000 descargas y 110 aglutinaron el 50% del total, lo que explica la desaparición de la inmensa mayoría de estas soluciones digitales en poco tiempo.

Las más utilizadas por los usuarios son las que se centran en la mejora del bienestar, pero se observó un cambio de tendencia con respecto al año anterior por el mayor interés en las aplicaciones especializadas en el manejo de las enfermedades. De hecho, las dedicadas a salud mental, diabetes y cardiovascular suman más de la mitad de estas apps. Aunque todavía hay que investigar sobre su utilidad real, su aparición en el mercado ha tenido una recepción muy positiva. Sin duda se debe a que ayudan a potenciar la medicina centrada en el paciente, convirtiéndole en un sujeto activo a la hora de gestionar su salud. Además, abren la puerta a una posible reducción de costes para la administración gracias a la posibilidad de realizar un seguimiento a distancia y disminuir el número de consultas.

Estos puntos se reflejan en el artículo “Patient-reported outcomes y aplicaciones móviles. Revisión de su impacto en los resultados en salud de los pacientes”, aparecido en la revista Farmacia Hospitalaria el pasado mes de junio. Esta publicación representa la primera revisión que evalúa las apps de salud a través del registro de los resultados comunicados por el paciente (o PRO por sus siglas en inglés), basados en su percepción de la enfermedad y del tratamiento, sin que sean valorados por ningún profesional de la salud. En él se afirma que el uso de estas aplicaciones logra una mejora significativa en la calidad de vida de los pacientes en el 73,1% de los casos. Los PRO en los que se observó un mayor impacto fueron la adherencia, la calidad de vida relacionada con la salud y la satisfacción. Según este estudio, enfermedades crónicas como la diabetes, el párkinson, la enfermedad cardiovascular o el cáncer, que requieren de una monitorización continua por parte de los profesionales sanitarios, pueden beneficiarse especialmente de este tipo de herramientas.

Sin embargo, todavía existen asuntos clave que tanto profesionales como administración deben solventar: garantizar la privacidad de los datos y el uso que se va a hacer de ellos, asegurar su fiabilidad para que no causen un posible daño al paciente (ofreciéndole datos erróneos sobre su enfermedad, por ejemplo) y también una falta de regulación legal. Todo esto se une a otros puntos difíciles de gestionar, como puede ser la brecha digital, ya sea por factores económicos, educativos o de edad.

¿Qué servicios ofrecen las apps de salud?

A grandes rasgos, se diferencian dos tipos de aplicaciones para móviles: para profesionales, cuyo objetivo es facilitar su labor y la atención al paciente, y las dirigidas exclusivamente a pacientes, que ayudan a autogestionar su salud y bienestar.

La Federación Internacional Farmacéutica (FIP), en su informe “Uso de herramientas móviles de salud en la práctica farmacéutica” publicado en 2019, distingue cuatro grandes categorías a la hora de clasificar las apps.

  • Las aplicaciones para la gestión de medicamentos, que incluirían servicios como permitir a los pacientes hacer pedidos en línea de artículos de prescripción, acceso al historial de dispensación (con datos como la fecha, nombre del medicamento o dosis), recordatorios para la toma de los medicamentos, información sobre fármacos (imágenes, indicaciones, posibles efectos adversos, etc.) y mensajería directa de la farmacia con el paciente, entre otros.
  • Las aplicaciones desarrolladas, utilizadas, recomendadas y avaladas por organismos profesionales farmacéuticos, con servicios como los localizadores de farmacias, registro de las consultas/episodios asistenciales de los pacientes, recursos de la historia clínica de los síntomas del paciente o sistemas de gestión de calidad.
  • Las aplicaciones desarrolladas por la industria farmacéutica, centradas en sus respectivas especialidades.
  • Los recursos de referencia para farmacéuticos, dirigidos al profesional con información sobre medicamentos, calculadoras clínicas (como en el caso de la dosificación de fármacos), bases de datos académicas, disponibilidad de medicamentos o actividades de desarrollo profesional continuo.

En el mismo informe se realizó una encuesta para conocer el uso actual de la mHealth en diferentes países. Con respecto a las aplicaciones de salud que emplean los farmacéuticos en España, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) mencionó Bot Plus, Medicamento Accesible PLUS, Vademecum y ExpertSalud, que permiten al profesional buscar información sobre medicamentos e ingredientes activos de uso humano autorizados en nuestro país, incluyendo información relacionada con su financiamiento, dispensación, condiciones de uso e interacciones. En cuanto a las apps que utilizan los farmacéuticos para interactuar con los pacientes, se alude a PharApp y MediSafe, que ayudan a recordar la toma de medicamentos.

El CGCOF ha continuado trabajando en este campo y acaba de presentar su nueva app, Mi Farmacia Asistencial NDFA.

Mi Farmacia Asistencial NDFA, una propuesta para conectar con el paciente

En el XXII Congreso Nacional de la Profesión Farmacéutica, celebrado en Sevilla a finales de septiembre, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) presentó una nueva app, “Mi Farmacia Asistencial NDFA”, una aplicación centrada en el paciente y en cómo usa su medicación.

Se trata de un desarrollo adicional del proyecto con el mismo nombre, “Mi Farmacia Asistencial”, que facilita el registro de información sanitaria y farmacoterapéutica de los pacientes a un farmacéutico de su elección. Gracias a la creación de la app, ya no sólo los profesionales podrán ver los datos registrados, sino también los usuarios, que incluyen desde la medicación que se les ha dispensado hasta el histórico de los parámetros clínicos.

La implementación y desarrollo de la app se está realizando de forma gradual en las distintas Comunidades Autónomas y se aspira a generalizar su uso en las más de 22.000 farmacias que componen la red española.

Actualmente ya cuenta con la colaboración y apoyo de más de 1.000 farmacias de 35 Colegios Oficiales, más de 2.800 pacientes incorporados al sistema, cerca de 700.000 dispensaciones registradas y más de 8.000 indicaciones farmacéuticas anotadas.

¿Cómo deben regularse las apps a nivel legal?

La falta de un marco regulatorio para estas soluciones móviles no es tan solo un problema de España, ya que prácticamente ningún país europeo dispone de una norma que detalle cómo se pueden validar las aplicaciones de salud desde un punto de vista clínico, de eficacia o de financiación.

Alemania es un país pionero a nivel mundial al poner en marcha un proceso de evaluación que regula estas apps y en establecer un proceso de reembolso, ya que son prescritas por los profesionales de salud y costeadas por el seguro médico. En un espacio de tiempo de apenas tres meses es posible obtener una admisión provisional que permite que se comercialice. Para ello, es necesario que la app cumpla una serie de requisitos, como la aportación de beneficios y mejoras para el paciente o que hayan obtenido la certificación CE como dispositivos médicos de bajo riesgo de Clase 1. A partir de ahí se realiza un seguimiento para demostrar su utilidad médica. Si en los 12 meses siguientes se justifica su uso, la solución pasa a formar parte de DiGA, el directorio oficial alemán de aplicaciones para la salud. Los primeros DiGA se autorizaron en octubre de 2020 y un año después se habían aprobado 24 de un total de 106 solicitudes.

En España han surgido algunas iniciativas para dar respuesta a este problema, aunque por ahora carecen de validez legal. A principios de año, la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria de Cataluña (AQuAs) publicó el informe “Evaluación de tecnología basada en mHealth para aplicaciones móviles”. El fin es proponer y contar con una herramienta común que evalúe de forma rigurosa estas tecnologías sanitarias, identificando aquellas que aporten valor a los pacientes, a los profesionales sanitarios o al sistema de salud. Además, pretende ofrecer un listado de verificación a aquellas empresas que quieran crear una aplicación de mHealth, para que puedan tener en cuenta aquellos aspectos que son importantes incluir y a través de los cuales la app será evaluada en un futuro.

Otra de las más populares es Appsaludable, un distintivo que concede la Agencia de Calidad Sanitaria de la Junta de Andalucía desde 2012 con respecto a la calidad y seguridad de las apps de salud. Puede solicitarlo cualquier empresa pública o privada a nivel nacional o internacional y es gratuito. El sello se otorga bajo los criterios de usabilidad, calidad y seguridad de la información y se basa en 31 recomendaciones que se estructuran en 4 bloques: diseño y pertinencia; calidad y seguridad de la información; prestación de servicios y confidencialidad y privacidad.

Hay que destacar también el Servicio de Certificación de aplicaciones móviles de la Fundación TIC Salut Social, organismo dependiente del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña. Se basa en la valoración de 120 criterios, obligatorios y recomendados, todos ellos relacionados con funcionalidad, contenidos, usabilidad, accesibilidad, seguridad y tecnología.

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Halley
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