La proporción del número de casos existentes, respecto de la población total, en un periodo de tiempo determinado se denomina prevalencia del evento. Es decir, si en una población, digamos de 150.000 habitantes, se observan 6.000 diabéticos, se dirá que la prevalencia es del 4% puesto que 6.000/150.000: 0,04 o bien 4 por ciento. También se puede describir como 40 casos por 1000 habitantes (6.000*1.000/150.000).
Sin embargo, entre los 6.000 pacientes nos hallaremos ante diabéticos recién diagnosticados junto con otros que padecen la enfermedad desde distintos períodos de tiempo. Por ello, interesa conocer alguna medida que informa sobre los casos nuevos que aparecen. Así, el número de casos nuevos durante un período de tiempo se denomina incidencia.
La incidencia se expresa de dos formas. La primera es más conocida. Se denomina incidencia acumulada (IA) y expresa la proporción de nuevos casos de la patología analizada respecto de la población durante un periodo de tiempo definido. Siguiendo con el caso anterior, podríamos observar 300 nuevos casos de diabetes en un año. En ese caso la IA anual sería del 0,20%, puesto que 300/150.000: 0,0020, o bien 0,20 por ciento. Asimismo, también se podría describir como 2 casos anuales por 1000 habitantes (300*1.000/150.000). El valor de la IA indica la probabilidad de que una persona sana desarrolle dicha enfermedad –diabetes- en dicho tiempo –un año.
Supongamos que seguimos a esta población (ni una persona más ni una menos) a lo largo de 3 años y que, debido a un estilo de vida poco saludable, pero cada vez es más frecuente la patología de referencia. Imaginemos que al cabo de 3 años ha habido 1.050 nuevos casos de diabetes. Según la explicación anterior, la incidencia acumulada a 3 años sería del 0,70% (1.050/150.000: 0,007) o bien de 233 casos por 1.000 habitantes. Pero este valor no nos aporta información de lo que realmente ha sucedido.
Imaginemos que durante el 1º año se diagnosticaron 300 casos nuevos, pero en el 2º fueron 350 y durante el 3º fueron 400. En este caso, y suponiendo que toda la población ha sido seguida durante los 3 años y no ha habido ninguna pérdida, se puede estimar que ha habido 449.000 persona-años de seguimiento (149.850 en el 1º año, 149.675 en el 2º y 149.475 en el 3º).
La tasa de incidencia o densidad de incidencia es el cociente entre el número de casos nuevos durante el seguimiento y el tiempo total de todos los pacientes que se han seguido, es decir 1.050/449.000: 2,3%, que indica que la incidencia ha aumentado en el tiempo. Pero la tasa de incidencia de cada periodo anual ha sido de 0,20% en el 1º año (300/149.850), 0,23% en el 2º (350/149.675) y de 0,27% en el 3º (400/149.475).
Pero imaginemos ahora que el crecimiento no ha sido tan gradual sino que hubo 300 en el 1º año, 300 en el 2º y ascendió hasta los 450 en el 3º año. En este caso, el número de persona-años ha sido de 449.025 (149.850 en el 1º, 149.700 en el 2º y 149.475 en el 3º), pero la tasa de incidencia de cada periodo anual ha sido de 0,20% en el 1º año (300/149.850) y 0,20% en el 2º (300/149.700), aunque ascendió hasta 0,30% en el 3º (450/149.475).
Si el caso es más complicado –pero más real- en donde el seguimiento es diferente entre las personas (por abandonos, muertes, pérdidas, etc.), se hace más necesario aún recurrir a estimar la tasa de incidencia en vez de la incidencia acumulada. •
Incidencia de episodios de hipoglucemia y riesgo de demencia
La incidencia de hipoglicemia es una complicación importante en el manejo de los pacientes diabéticos. Pero además de constituir un obstáculo importante para la consecución de un adecuado control glucémico, se ha observado que si hay un aumento en el número de episodios hipoglucémicos se asocia con una mayor mortalidad, independientemente de que los pacientes reciban un tratamiento intensivo o no. Asimismo, la diabetes tipo 2 (D2) se ha asociado a un riesgo entre 1,5 y 2,5 veces de incidencia de demencia y disfunción cognitiva. Pero la hipoglucemia parece que contribuye a incrementar dicho riesgo. Por este motivo, los investigadores evaluaron la asociación entre episodios hipoglucémicos e incidencia de demencia en la población general.
Para ello se analizaron las historias de las personas con diagnóstico de D2 en 2000, mayores de 45 años y sin diagnóstico de demencia. De 15.404 diabéticos, 289 habían presentado al menos un episodio hipoglucémico en 2000-2002, observándose posteriormente, entre 2003 y 2009, 47 casos de demencia. Por su parte, los 15.115 diabéticos restantes no presentaron ningún episodio hipoglucémico entre 2000 y 2002, observándose después, entre 2003 y 2009 que hubo 1.059 casos nuevos de demencia.
A partir de estos datos, tomados de las historias clínicas de los pacientes, se estimaron las tasas de incidencia de demencia relativas a los tiempos de seguimiento de las dos cohortes: diabéticos con y sin episodios hipoglucémicos. El total de diabéticos se siguió durante un tiempo medio de 3,8 años, observándose 1.106 casos de demencia (incidencia acumulada: 7,2%), por lo que la tasa de incidencia fue de 29,9 por 1000 persona-años cuando hubo episodios hipoglucémicos previos, y de 11,1 por 1000 persona-años si no los hubo. El riesgo relativo (RR) crudo de demencia fue entonces de 2,76 y 1,60 para cada subgrupo respectivamente.
Los resultados observados indican claramente que los diabéticos que han presentado previamente un diagnóstico de episodio hipoglucémico presenta un riesgo de hasta 3 veces mayor de desarrollar demencia en los 7 años posteriores, en comparación con los que no han padecido dicho episodio. Si hay múltiples episodios hipoglucémicos, el riesgo de demencia es superior entonces. •
Lin C, Sheu W. Hypoglycaemic episodes and risk of dementia in diabetes mellitus: 7-year follow-up study. J Intern Med. 2013;273:102-10.
La dieta mediterránea es buena y mejor aún si se toma desde la infancia
La literatura acerca de la bondad de la dieta mediterránea en la salud de los adultos es cada vez más abundante. En definitiva, la adherencia a la dieta mediterránea mejora diversos factores de riesgo cardiovascular, como la elevación de la presión arterial, la distribución de grasa en el cuerpo, el perfil lipídico o la resistencia a la insulina, lo que se traduce en una menor morbimortalidad cardiovascular.
Unos recientes estudios mostraron el papel de la dieta indicando que podía reducir el endurecimiento de las arterias o arterioesclerosis. La revisión que concluía esta afirmación se basaba en estudios pequeños, por lo que unos investigadores llevaron a cabo un estudio longitudinal en pacientes que fueron seguidos desde la adolescencia y cuyos niveles de endurecimiento arterial fue medido hasta los 36 años en Ámsterdam.
Los resultados mostraron aquellos que presentaban un mayor endurecimiento de las arterias a la edad de 36 años, después de 24 años de seguimiento, se correlacionaban bien con una menor adherencia a la dieta mediterránea en comparación con los que presentaban un menor endurecimiento arterial.
Los investigadores concluyen que la adherencia a la dieta mediterránea desde la adolescencia y etapas iniciales del tiempo adulto se ha asociado con un menor grado de endurecimiento arterial en la etapa de adultos, además de observarse una menor presión arterial, índice de masa corporal y colesterol total durante los 24 años de seguimiento. Por ello, promover la dieta mediterránea entre los niños y adultos constituye una labor importantísima para prevenir eventos cardiovasculares en la etapa de adultos. La eliminación radical de las dietas basuras existentes, y cada día más introducidas en nuestra sociedad especialmente entre niños y adolescentes, debería ser el objetivo principal de la sociedad en todos sus niveles. •
Van de Laar R, Stehouwer C, Van Bussel B, Prins M, Twisk J, Ferreira I. Adherence to a Mediterranean dietary pattern in early life is associated with lower arterial stiffness in adulthood: the Amsterdam Growth and Health Longitudinal Study. J Intern Med. 2013;273:79-93.
Ángel Sanz Granda
Pharm. D. Consultor Científico
angel.s.granda@terra.es
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