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Administración Formulación Magistral | Metanfetamina

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Sin ánimo de reseñar aquí una serie televisiva, Breaking Bad tiene una trama sólida, muy bien contada, con un desarrollo magistral de personajes interpretados por actores que parecen llevar media vida preparándose para el papel y, además, contiene escenas que quedarán mucho tiempo en el acervo popular.

Una de las señas de identidad de la serie es la metanfetamina, así que siendo esta la sección de “químicos” de la revista, vamos a refrescar la historia de esta sustancia.

Con el nombre de anfetaminas se designa a una familia de sustancias con estructura química y propiedades semejantes: son derivados sintéticos de la efedrina y poderosos estimulantes del sistema nervioso central. La primera anfetamina (1-fenilpropan-2-amina) fue sintetizada en 1887, aunque no llegó a las farmacias norteamericanas hasta 1930. Diez años después se sintetizaron dos nuevas moléculas de la familia, la Dexanfetamina y la Metanfetamina.

 

 

Aunque la primera indicación de las anfetaminas fue servir de remedio a personas sobredosificadas de sedantes, el recorrido terapéutico de estas moléculas fue curioso, abarcando desde descongestionante nasal (en forma de inhalador), hasta remedio contra el mareo, la narcolepsia, deshabituación alcohólica, antidepresivo, anorexígeno y trastornos por déficit de atención por hiperactividad. A estos usos hay que sumarle la presencia de las anfetaminas en el deporte -fue de las primeras sustancias prohibidas para la competición-y el uso a discreción en épocas de guerra para combatir la fatiga de los soldados, sobre todo los de las fuerzas aéreas.

Actualmente su uso se restringe a narcolepsia (y no es ni mucho menos la primera opción) y a los trastornos del déficit de atención, siendo la sustancia recomendada el Metilfenidato, molécula menos potente y más manejable que sus “primas” mayores.

La anfetamina presenta una dosis activa de 10 mg, 5 para la dexanfetamina y 3 la metanfetamina; presentan un estrecho margen de seguridad y su mecanismo de acción es similar al de la cocaína, inhibiendo ambas la recaptación de neurotransmisores, aunque la anfetamina, además, favorece la liberación.

Dato a tener muy en cuenta con esta sustancia es su elevada tolerancia, que hace que las cantidades necesitadas por el usuario crónico sean considerables, lo que les acarrea un deterioro físico realmente inaudito y un tremendo quebranto orgánico.

El efecto de la metanfetamina en el consumidor es muy parecido al de la cocaína, es más “áspero”, como los usuarios suelen definir, pero también más intenso y duradero. Energía artificial que puede ir acompañada de visión borrosa, sudoración, ansiedad, vómito y, en el peor de los casos, paranoia, y todo esto sin olvidar que el uso continuado puede originar la llamada psicosis anfetamínica. Famosas (y temibles para pacientes y terapeutas) son las depresiones que acompañan a la deshabituación anfetamínica, proceso lógico tras la sobreexcitación neuronal en repetidos abusos.

La presentación callejera suele ser polvo blanco para inhalar, vía oral o fumar y sus nombres de guerra son “anfetas”, “speed”, “tiza”, “meta”, “hielo”, “cristal” o “vidrio”, siendo los tres últimos en forma de cristal para inhalación por combustión. Estas últimas denominaciones de hielo o cristal se refieren a la metanfetamina, que siendo la más famosa y potente de toda la familia, es la que aparece en Breaking Bad.

La metanfetamina es delicada, muy poderosa y sus efectos pasan demasiada factura al organismo. El perfil del usuario suele ser adolescentes ávidos de vigilia y emoción desenfrenada y los consumidores inveterados; no parece tener mucha aceptación entre usuarios esporádicos de cierta edad y mesura. La meta no es para sutilezas de gourmet, es más bien el trallazo a granel.

Aunque no faltan, como siempre, los que han visto en la serie una apología de la metanfetamina, Breaking Bad es una serie magistral de ficción ambientada en el narcotráfico fronterizo así que quien desee ver una trama que le tendrá pegado al sofá encadenando capítulos sólo tiene que poner la primera temporada y dejarse llevar. Imprescindible la versión original para disfrutar plenamente del colosal trabajo de los actores.

Y no, la serie no se centra exclusivamente en la metanfetamina ni carga las tintas sobre sus efectos, la serie deja ver que hay cosas mucho más poderosas y adictivas y no se venden en la calle.

Disfruten, dudo mucho que esta serie les deje indiferentes.•

 

Martín Muñoz Méndez

Vicepresidente de AEFF

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