Cuando hace 17 años hacía mis últimos exámenes de la licenciatura de farmacia, me daba vueltas en la cabeza lo mismo que a la mayoría de los estudiantes que no teníamos oficina de farmacia.
¿Y cómo enfoco mi futuro profesional?
Salíamos farmacéuticos como churros de las facultades, sin que casi nada nos hiciera destacar de los otros, y conscientes de que a la hora de encarar una oportunidad laboral, necesitábamos algo que nos diferenciara de los demás y por ese motivo ser elegidos.
Han pasado muchos años, estás metido de lleno en el mundo de la oficina de farmacia y seguimos intentando especializarnos, diferenciarnos.
Por una serie de circunstancias, los últimos diez años de mi profesión los he pasado vinculado al laboratorio de farmacotecnia de varias oficinas de farmacia. Para mí la formulación magistral es la parte más genuina de la profesión, y en el momento de crisis en el que estamos sumidos actualmente, estoy convencido que la formulación magistral puede contribuir a la mejora de la botica y del farmacéutico como profesional.
Históricamente todas las farmacias formulaban, es más, si nos remontamos un siglo, apenas se dispensaba algún medicamento industrial. Poco a poco, los laboratorios de las farmacias perdieron parte de su importancia, y muchos farmacéuticos fueron destinando esfuerzos y espacios de sus locales a otros menesteres.
En España, es el desarrollo del RD 175/2001 que regula sobre las Normas de Correcta Elaboración y Control de Fórmulas Magistrales y Preparados Oficinales, el que constituye un punto de inflexión en la vida formulista del país.
El hecho de que apareciesen tantos requisitos que cumplir, protocolizar el trabajo en el laboratorio y la necesidad de modificar instalaciones, utillajes… tuvo como consecuencia que casi ninguna farmacia tirara por la calle de enmedio: la mayoría arrojaron la toalla o se dedicaron a elaborar sólo las preparaciones más sencillas, y hubo una pequeña minoría que dio un paso adelante, adaptándose al reglamento y aprovechando la normativa para mejorar sus instalaciones.
Esta especialización de formuladores e instalaciones trae consigo que el número de formas farmacéuticas que se elaboran en las farmacias sea cada vez mayor. Es decir, que además de formular las clásicas cremas y las cápsulas, se elaboren todo tipo de emulsiones, soluciones, suspensiones, pomadas, polvos, óvulos y supositorios…
Pero no queda ahí, puesto que muchas farmacias han seguido creciendo y en ellas se elaboran comprimidos, parches transdérmicos; gránulos y glóbulos homeopáticos; inyectables, colirios y pomadas oftálmicas; liofilizados…
Este considerable aumento en las formas farmacéuticas que algunas farmacias podemos elaborar trae consigo que casi cada especialidad médica demande alguna o muchas fórmulas magistrales para el tratamiento de sus pacientes.
Si entráramos en el hall de un hospital o de una policlínica e hiciéramos un rápido repaso de la cartera de especialidades médicas que están representadas, de todas ellas podríamos fabricar medicamentos individualizados.
Evidentemente, todos pensamos en la dermatología como la especialidad para la que más se formula, pero se trabaja muchísimo en pediatría, en medicina estética, o incluso en ámbitos como homeopatía, veterinaria, odontología, podología, oftalmología, psiquiatría, en tratamiento de adicciones…
El Real Decreto anteriormente mencionado abrió la puerta para que las farmacias que no pudieran o quisieran formular todo o parte de las peticiones que recibieran, se lo encargaran a otras más especializadas, mediante un contrato de formulación magistral a terceros.
Por ello, las boticas que no elaboran, cumplen con su obligación de dispensar a sus pacientes, evitando el innecesario vía crucis en busca de una farmacia elaboradora que en algunos momentos los pacientes tenían que recorrer para el encargo de su medicamento a medida.
Para la farmacia formulista a terceros, al aumentar las elaboraciones se consigue optimizar los recursos en la propia farmacia y especializarse en un campo tan genuino.
Para la farmacia dispensadora, además del beneficio económico que se suele acordar con la elaboradora y el servicio que se le presta a su cliente, es muy interesante por imagen y fidelización.
Tal es el estado de especialización de algunas farmacias formulistas de este país, que casi todos los servicios de farmacia hospitalaria españoles han externalizado las formulaciones con oficinas de farmacia con las que tienen contratado el servicio a terceros.
Es por ello por lo que no debemos de dejar pasar la oportunidad de seguir creciendo en nuestro laboratorio y aprovechar estas aptitudes y conocimientos que poseemos para compartirlos y difundirlos con compañeros farmacéuticos y con profesionales de la medicina, para que puedan desarrollarlos en su ámbito de influencia en jornadas que las distintas asociaciones de formulistas del país (AEFF, AFA y Aprofarm) organizamos.
Por último, no podemos renunciar a aprovechar el laboratorio de las oficinas de farmacia que elaboramos para desarrollar cosmética en la misma. Tanto de forma individualizada como desarrollando una línea propia.
Como dice el dicho: tiempo de crisis, tiempo de oportunidades. Desarrollando la formulación magistral en la farmacia se puede contribuir a sobrellevar mejor este difícil momento que estamos viviendo y ayudar a que la farmacia-empresa prospere.
Estoy convencido de ello. Es más, llevo 17 años trabajando para otros y viviendo del y para el laboratorio. Se me ha brindado la oportunidad de emprender mi profesión en solitario al ser adjudicatario de una oficina de farmacia en Pedrera (Sevilla). Espero poder desarrollar todo lo que he expuesto en estas líneas y si Acofar me lo pide, en un año puedo escribir la segunda parte, algo así como “El primer año del laboratorio de formulación magistral en una farmacia de nueva apertura”. •
José Manuel Manzanares
Farmacéutico comunitario
Farmacia Santamaría
Granada
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