Los peligros del sol
En la cultura occidental moderna la idea de un aspecto saludable se asocia con frecuencia a la imagen de una piel bronceada. Sin embargo no hay que olvidar las consecuencias negativas de la exposición a las radiaciones solares. Pero, ¿de qué tipo de radiaciones estamos hablando?
El ozono presente en la atmosfera actúa como un filtro sobre las radiaciones emitidas por el sol, y sólo una porción del espectro solar alcanza la superficie terrestre. Esta porción incluye las radiaciones UVA, UVB e IR, que producen diferentes efectos perjudiciales sobre la salud en función del grado de penetración en la piel.
Las radiaciones UVB tienen un poder de penetración limitado a las capas superficiales y originan quemaduras, aunque a largo plazo son absorbidas por el ADN, provocando alteraciones del genoma.
Al contrario, los rayos UVA y la radiación IR-A penetran en las capas más profundas.
Los UVA son los responsables del proceso de pigmentación de la piel (bronceado) por activación de los melanocitos, células productoras de melanina. A nivel de los órganos celulares, generan radicales libres inductores de modificaciones genéticas en las células epidérmicas, entre ellas del gen supresor tumoral p53, que ejerce un papel fundamental en los mecanismos de reparación celular.
A su vez, los rayos IR-A potencian los efectos nocivos de los UV.
Como consecuencia de estos procesos a distintos niveles tendremos: quemaduras, alergias al sol, envejecimiento prematuro de la piel por alteraciones en el metabolismo del colágeno y de la elastina y aparición de lesiones pigmentadas, fotoqueratitis y fotoconjuntivitis y, por último, daños crónicos como cánceres cutáneos o cataratas.
¿Cómo medir el riesgo de los efectos nocivos?
El índice ultravioleta (IUV) solar mundial, elaborado por la OMS, es un patrón internacional de medición de las radiaciones ultravioleta. A mayor valor del IUV, mayores posibilidades de lesiones en la piel y los ojos y menor tiempo necesario para que se produzca la lesión. Se recomienda aplicar medidas protectoras contra la luz solar a partir de un IUV de 3.
Otro sistema de determinación del riesgo de daños para la piel es el desarrollado por el Dr. Fitzpatrick, que clasifica la piel y su tolerancia a la luz solar en seis fototipos, del I (piel muy clara) al VI (piel muy oscura). Fig. 1.
Se utiliza para determinar el fototipo de piel y el factor de protección más recomendable.
El factor de protección solar (FPS o SPF) es el índice de la capacidad protectora de un filtro frente a los efectos de la radiación solar e indica el tiempo que la piel puede permanecer al sol sin que se produzca un enrojecimiento o una quemadura. Por ejemplo, un factor de protección 20 indica que la piel protegida puede estar expuesta a los rayos UVB 20 veces más tiempo que sin protección solar (Fig.2)
Fig.2 Clasificación de los fotoprotectores en función del FPS.
Tipos de fotoprotectores
Durante la Segunda Guerra Mundial los soldados norteamericanos que combatían en el frente del Pacífico empezaron a utilizar lociones fotoprotectoras para defenderse del sol.
Actualmente distinguimos dos grandes familias de productos:
• Los fotoprotectores tópicos: son cosméticos que incluyen sustancias con función de barrera frente a las radiaciones.
• Los fotoprotectores orales, que representan la nueva frontera de productos para el cuidado solar, con un enfoque revolucionario basado en “la protección desde el interior”.
Fotoprotectores tópicos
Son productos cosméticos que, aplicados en la piel y en el pelo, atenúan el efecto nocivo de los rayos solares. Las presentaciones comprenden lociones, cremas, geles, sticks, sprays, polvos de maquillaje, etc.
La característica común a todos ellos es la inclusión en sus fórmulas de sustancias, los filtros solares, que actúan como una barrera frente a las radiaciones.
El mecanismo de acción de tales filtros determina su división en:
• Fotoprotectores químicos: absorben y reaccionan químicamente con los fotones de la luz solar, convirtiéndolos en productos innocuos para la piel. Para tener efecto necesitan unos 30 minutos. Las sustancias más utilizadas son el PABA y sus derivados, las benzofenonas, los salicilatos, los derivados de dibenzoilmetano, el ácido 2-fenil 5- benzimidazol sulfónico.
Mientras que el PABA y sus derivados sólo protegen de los rayos ultravioleta tipo B, las benzofenonas incluyen en su espectro los UVA, por lo que además de prevenir las quemaduras, protegen también de las fotodermatosis, el envejecimiento cutáneo y el cáncer de piel.
• Fotoprotectores físicos: también conocidos como pantalla total: son sustancias que, aplicadas en la piel, reflejan la luz solar como un espejo. Se trata principalmente de polvos minerales, como el talco, la mica, el óxido de zinc o de hierro, el dióxido de titanio, petrolato rojo, cloruro férrico e ictiol, etc. El efecto de barrera es inmediato, abarca todo el espectro solar y tienen menos riesgo de alergia. Están especialmente indicados en niños.
Los principales inconvenientes de este grupo radican en que son poco cosméticos (dejan una capa blanquecina en el lugar de aplicación) y en su escasa fotoestabilidad.
Ambos inconvenientes han sido solventados con la aparición de los preparados micronizados: suspensiones de partículas finas transparentes y recubiertas de sustancias lipófilas. Entre las sustancias más utilizadas se encuentran: mica, dióxido de titanio y melanina.
Últimos avances
Las nuevas estrategias de protección solar cubren un abanico de posibilidades que va desde la introducción de nuevas formulaciones para los fotoprotectores tópicos hasta los cosméticos autobronceadores, pasando por los llamados fotoprotectores sistémicos.
• Nuevas formulaciones para los fotoprotectores tópicos:
Las antiguas formulaciones tenían muchas limitaciones, debido al riesgo de alergias, a la textura grasienta y opaca y a su poca estabilidad.
El avance de la tecnología galénica ha solventado muchos de estos problemas. Ejemplos de los resultados obtenidos son la introducción de los preparados micronizados; de líneas específicas para pieles alérgicas o con tendencia atópica; la innovación representada por las texturas más agradables, como las oil-free, fluidas o en gel; la aparición de filtros solares específicos para el cabello y de cosméticos decorativos con FPS; y las fórmulas más estables, water-resistant y water-proof, que ofrecen la ventaja de poder espaciar las aplicaciones sin perder poder protector.
Otra innovación está representada por los fotoprotectores biológicos, como el tocoferol, el ácido ascórbico y el ferúlico o el betacaroteno, moléculas antioxidantes que actúan secuestrando los radicales libres generados por la acción de los rayos UV sobre el ADN. Muchos fotoprotectores ya los incluyen en su formulación, por su acción sinérgica con los filtros químicos y físicos frente a los efectos dañinos de las radiaciones solares.
• Autobronceadores:
Son productos cosméticos (lociones, sprays, toalllitas impregnadas) que, aplicados sobre la piel, reaccionan con las proteínas del estrato córneo, produciendo unos compuestos de color marrón-dorado, las melanoidinas, responsables del efecto “bronceado”.
Las melanoidinas no absorben los rayos UVB, por lo tanto no ejercen ninguna función protectora frente a estas radiaciones. En cambio, sí absorben radiaciones UVA.
El bronceado aparece a las 2-3 horas tras la aplicación del producto. El ingrediente más empleado es la dihidroxiacetona (DHA). También se usan otras sustancias como la eritrulosa o el mahakanni, un liposoma de origen vegetal.
Gracias a las mejoras conseguidas en los productos (actúan sin dejar manchas, proporcionan un color mucho más natural, incorporan antioxidantes, agentes hidratantes, exfoliantes, filtros solares) y a la creciente preocupación acerca de la agresividad del sol, su uso está cada vez más extendido.
• Fotoprotectores sistémicos:
El principio de la fotoprotección por vía oral es la neutralización de las lesiones, tanto a nivel de ADN como celular, originadas por los radicales libres generados por la exposición solar. A diferencia de los fotoprotectores tópicos, los sistémicos no interponen una barrera entre las radiaciones y sus dianas biológicas, sino que actúan reparando las lesiones inducidas por la radiación. Se trata de complementos nutricionales que, asumidos previamente, durante y después del periodo de exposición, ayudan a minimizar los efectos nocivos de los rayos ultravioleta sobre los ojos y la piel, activando y prolongando el bronceado.
Entre los ingredientes más utilizados se encuentran antioxidantes como la vitamina C y la E, inhibidores de las prostaglandinas (polifenoles), carotenoides, licopeno y ácidos grasos poliinsaturados omega3 (ácido eicopentaenoico y ácido docosaexaenoico).
Están especialmente indicados para los fototipos más claros, las personas con intolerancia al sol, o los pacientes con riesgo de cáncer de piel. Sin embargo no deben considerarse un sustitutivo de los fotoprotectores tópicos, sino un complemento adicional a ellos.
La protección de cara al verano
Para hacer frente a la agresión solar, el mejor enfoque posible consiste en evitar hábitos perjudiciales y adoptar medidas de protección a distintos niveles.
Los hábitos a evitar incluyen: exponerse en las horas centrales del día; los “baños de sol”; las sesiones en cabinas bronceadoras; el uso de cosméticos que contengan alcohol (pueden causar la aparición de manchas en la piel); la exposición durante el embarazo, la lactancia o en caso de tomar medicamentos fotosensibilizantes.
Conviene no olvidar utilizar gafas de sol, sombreros y ropa adecuada.
A la hora de elegir un fotoprotector, resulta fundamental tener en cuenta no sólo el fototipo, sino también los índices de radiación ultravioleta locales previstos.
Los fotoprotectores químicos deberán aplicarse al menos 30 minutos antes de la exposición, extendiéndolos de manera uniforme sobre la piel limpia. Los sistémicos deberán asumirse desde 4 semanas antes de la exposición hasta finalizar la temporada.
Se recomienda hidratarse continuamente para compensar la pérdida de líquidos y comer fruta, verdura y cereales, ricos en antioxidantes y fibra.
Después de tomar el sol, conviene ducharse usando jabones suaves, y después aplicar un producto aftersun para calmar e hidratar la piel. •
Barbara Iacoangeli
Farmacéutica
Productos solares: un mercado maduro que se mantiene
Los productos solares es uno de los mercados estacionales por excelencia. A pesar de su madurez, mantiene una espléndida salud debido a que existe cada vez mayor concienciación de la población de los posibles daños del sol en la piel. A esto están ayudando mucho todos los eslabones de la cadena sanitaria, que realizan campañas de información periódicamente. ¿Quiénes venden más en la farmacia? |
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