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El cáncer de piel supone un problema de salud a nivel mundial. De los tres tipos más frecuentes, el carcinoma basocelular constituye el proceso oncológico más frecuente en el ser humano. El segundo cáncer de piel en frecuencia sería el carcinoma epidermoide y, el tercero y más peligroso, el melanoma.

En líneas generales, el cáncer de piel va a aparecer en pacientes de fototipo claro y exposición solar importante a lo largo de su vida.

El carcinoma basocelular

Es un tipo de lesión que aparece en pacientes que han tenido una exposición solar frecuente y descontrolada durante muchos años de vida. Generalmente el tratamiento quirúrgico es curativo. Por lo que, a pesar de la morbilidad que representa, el pronóstico de los pacientes suele ser excelente. La forma de presentación clínica suele ser una herida que no cura en un plazo mínimo de un mes, así como una lesión de aspecto perlado y superficie costrosa que aparece en zonas de fotoexposición, como la cara y zonas altas del tronco o extremidades.

El carcinoma epidermoide

(figura 1) se relaciona con pacientes con fotoexposición descontrolada durante largos periodos de su vida. Afecta preferentemente a pacientes de fototipos claros y se relaciona al mismo tiempo con pacientes que presentan inmunosupresión crónica. El pronóstico es también muy bueno en líneas generales, aunque las lesiones que han evolucionado durante mucho tiempo tienen más posibilidades de presentar aceptación loco regional. La forma de presentación suelen ser lesiones tumorales carnosas y sangrantes, algunas con queratina en superficie, con un crecimiento progresivo que no cede hasta realizar el tratamiento médico.

El melanoma

(figura 2), menos frecuente que los otros dos tipos de carcinoma cutáneo comentados, derivan de las células que dan lugar a los lunares. En ocasiones puede aparecer a partir de un lunar existente previamente, o aparecer de novo. El problema de este tipo de cáncer de piel es que es necesario un diagnóstico precoz porque una vez que la lesión ha progresado en profundidad, el pronóstico de los pacientes puede ser nefasto. Si diagnosticamos el melanoma en estadios precoces la supervivencia del paciente será similar a la de la población normal, pero si la lesión ha penetrado más de 2 mm de profundidad en la piel del paciente la supervivencia puede disminuir hasta un 50% en un plazo de cinco años. La forma de aparición del melanoma suele ser una mancha oscura que puede aparecer en un lunar que teníamos previamente o no. Estas lesiones suelen aparecer en zonas donde fueron habituales las quemaduras solares en la infancia, pero a veces aparecen en zonas de más difícil diagnóstico: mucosas, uñas, palmas de las manos, plantas de los pies, cuero cabelludo, etc. Como consejo, ante cualquier lesión de aparición reciente en una persona de mediana edad, que su médico no sea capaz de confirmar la benignidad de la lesión, se debe consultar a un dermatólogo. Por supuesto aquellos pacientes con antecedentes familiares de melanoma o con numerosos lunares clínicamente atípicos deben tener un seguimiento especial en las consultas de dermatología (figura 3).

Para prevenir la aparición del cáncer de piel, la medida más acertada sería someterse a la exposición solar de una forma razonable y controlada evitando las quemaduras solares especialmente en los primeros 20 años de vida. Para ello es importante utilizar medios físicos como la ropa, protectores solares, y sobre todo tener un hábito saludable a la hora de exponerse a la radiación ultravioleta:

• Evitar quemaduras en la infancia, evitar la exposición en horas centrales del mediodía, no prolongar la exposición solar más allá de unas dos horas por día…
• Utilizar gorros, gafas de sol, utilizar los protectores solares para protegernos durante el tiempo que vamos a estar expuestos al sol y no para aumentar nuestro tiempo de exposición, etc.

El tipo de protector solar a utilizar dependerá de si se trata de un niño o si se va a estar muchas horas expuesto por tener un hábito deportivo al aire libre, situación en la que es preferible el protector solar de filtro físico.

Para los adultos, los protectores químicos son razonables porque nos permiten elegirlos dependiendo del tipo de piel que tengamos. En lo que sí se debe insistir es en aplicar el protector antes de salir de casa y repetirlo cada 30 ó 45 minutos y aplicarlo con la cantidad suficiente para proteger nuestra piel de forma adecuada. En el caso de tener una piel castigada por el hábito de fotoexposición durante mucho tiempo, lo mejor es someterse a una valoración dermatológica con cierta periodicidad, al menos una vez al año o con más frecuencia si el paciente presenta factores de riesgo.

Hoy en día resultan preocupantes costumbres que aumentan la prevalencia del cáncer de piel como las máquinas de bronceado artificial, cuyo uso está prohibido en España para menores de 18 años, y prohibido su uso para la población general en otros países de Europa. Se trata de máquinas que utilizan principalmente la radiación ultravioleta A y que incluso son más peligrosas que la exposición solar natural, ya que no tenemos la radiación ultravioleta B que produciría un bronceado que nos protegería ligeramente de las consecuencias de los rayos UVA.

Además, se están viendo otras modas como la realización de tatuajes con quemaduras solares que suponen una auténtica aberración desde el punto de vista médico porque determinarán un daño en la piel que no tiene posibilidad de reversión en el futuro. Otra actividad preocupante es la tanorexia que consiste en la exposición abundante a la radiación ultravioleta al mismo tiempo que se practica un exceso de ejercicio físico.

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