El sábado 13 de junio se celebra el Día Europeo para la Prevención del Cáncer de Piel, con el que se trata de concienciar a la población de la necesidad de proteger nuestra piel para prevenir los tumores cutáneos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cifras de este tipo de cáncer se triplican cada década en el mundo y, en España, la incidencia ha aumentado un 38% en los últimos cuatro años.
Aumentan los casos de melanoma
Además, es preocupante el hecho de que durante los últimos años, se está produciendo un incremento alarmante de los casos de melanoma entre los jóvenes de 25 a 29 años, como consecuencia, sobre todo, del abuso del sol en las etapas tempranas de la vida. De hecho, sufren más riesgo de sufrir melanoma quienes han padecido quemaduras solares en su infancia o adolescencia.
Como recuerda la doctora Aurora Garre, asesora médica de Laboratorios Cinfa, “la exposición excesiva al sol y los factores genéticos constituyen las principales causas del cáncer de piel”. De entre los diversos tipos que existen, el melanoma es el menos frecuente, pero a la vez, el más mortal y peligroso, debido a su tendencia a propagarse a otras partes del cuerpo. “Esta patología se origina en los melanocitos, que son las células encargadas de generar melanina, dando color a la piel. La radiación UV del sol produce cambios en el ADN de los melanocitos, que pese a que tienen capacidad de repararlos, si los daños son muchos y graves, se produce un crecimiento incontrolado de las células, dando lugar al tumor”.
“En general- indica la experta-, en las mujeres, los melanomas se localizan más frecuentemente en las piernas y en los hombres, en la espalda. Presentan más riesgo de sufrir melanoma las personas con piel clara, ojos claros y cabello rubio o rojizo, o las que tienen un elevado número de lunares -denominados nevus-. También las personas con pieles dañadas por el sol o quienes tienen que realizar actividades al aire libre, así como aquellas con antecedentes personales o familiares de melanoma u otros cánceres cutáneos, cuentan con más probabilidades de padecerlo”, explica.
Sin embargo, el 90% de los casos se curan si se detectan de manera precoz. “Por eso -insiste la experta-, resulta muy importante realizarse una autoexploración de la piel y de los lunares de todas las partes del cuerpo cada uno o dos meses y acudir al dermatólogo de manera periódica”.
Para detectar un melanoma que se parezca o asocie a un lunar, debe prestarse especial atención a cinco signos de alarma, conocidos como criterios ABCDE: Asimetría, Bordes irregulares, Color no homogéneo –que puede variar del marrón al negro o al azul o blanco-, Diámetro –superior a seis milímetros- y Evolución en el tiempo.
De todas formas, como recalca Garre, la prevención constituye la mejor arma frente al cáncer de piel. “Seguimos sin ser conscientes de los riesgos que entraña la sobreexposición al sol y no adoptamos precauciones tan necesarias como no tomarlo en las horas centrales del día o aplicar fotoprotección y renovarla cada 2 horas. Debemos concienciarnos de la necesidad de no abusar del sol y de adoptar hábitos responsables al broncearnos, porque la piel es salud y es vida”.
Diez consejos para prevenir el cáncer de piel
Evita la exposición solar en las horas centrales del día. Los rayos solares son más fuertes y perjudiciales entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde. A cualquier hora, la sombra es tu mejor aliada: camina al cobijo de árboles y usa sombrillas y toldos, y aun así no dejes de aplicarte protección.
Utiliza fotoprotectores que te protejan frente a la radiación UVA, UVB e IR-A. Dependiendo de tu fenotipo, debes aplicarte un fotoprotector con uno u otro factor de protección, pero este deberá ser como mínimo de 30. Póntelo media hora antes de exponerte al sol y reaplica la loción cada dos horas y tras el baño. Puedes elegir además, bálsamos labiales y maquillaje que contengan filtros solares.
Consulta los índices ultravioleta e infrarrojos. Antes de la exposición al sol, infórmate de estos niveles a través de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Hacerlo te ayudará a planificar las actividades al aire libre y a evitar la exposición en aquellos días en que la radiación sea más perjudicial.
Cuidado al aire libre. Recuerda que las radiaciones solares se reflejan en nieve (+80%), arena (+25%) y agua o hierba (+10%), lo que provoca que aumenten sus efectos al incidir directamente sobre la piel. La radiación también aumenta con la altura, como en entornos de montaña. En estos casos, se deben emplear fotoprotectores con factores incluso más altos.
Protege tu cuerpo con la ropa adecuada. Los colores oscuros generalmente protegen mejor del sol que los claros, y los tejidos tupidos son más aconsejables que los más holgados. Recuerda proteger también zonas del cuerpo que suelen quedar olvidadas como los empeines de los pies, las orejas o la parte posterior del cuello. Y cubre tu cabeza con un sobrero, gorra o pañuelo.
Ponte gafas de sol para evitar daños oculares. Deben tener una protección del 100% frente a los rayos UV, y el certificado de haber superado todos los controles de la Unión Europea. La mejor protección para los ojos y la piel que los rodea son las gafas grandes, de tipo envolvente.
Protege a los niños del sol. Antes de los tres años, no es recomendable que los más pequeños estén expuestos directamente al sol. Debemos aplicarles a menudo protección solar testada pediátricamente y protegerlos de la radiación con las prendas adecuadas (gorro, gafas, pantalón y camiseta). Además, trata de concienciar a tus hijos de los daños que puede llegar a provocar la excesiva exposición al sol, pues las quemaduras solares han de evitarse sobre todo en la infancia y la adolescencia.
Huye de las salas de bronceado. La mayoría de los dermatólogos y organizaciones de la salud desaconsejan el uso de camas bronceadoras o lámparas de sol, pues emiten rayos UVA. La OMS señala que su uso conlleva riesgo de cáncer de piel y que ningún menor debería utilizarlas.
Observa de cerca tu piel. Realiza una autoexploración de tu cuerpo cada uno o dos meses. Comienza en pie con los brazos en alto, de frente, de cada lado y de espalda. Continúa con los brazos, antebrazos y palmas de la mano; la parte posterior de las piernas, los espacios entre los dedos y las palmas de los pies. Después, con un espejo de mano, examina la parte posterior de tu cuello, la parte inferior de la espalda, las nalgas y los genitales.
Acude al dermatólogo periódicamente. Si observas lesiones pigmentadas sospechosas –nuevas o antiguas- en tus autoexploraciones, debes concertar periódicamente una cita con tu dermatólogo para que inspeccione tu piel. Estas revisiones son especialmente importantes si presentas algún factor de riesgo como antecedentes personales o familiares de melanoma o un alto número de lunares.•
Comparte esta entrada: