Se denomina Microbiota a la comunidad de microorganismos que residen en un ecosistema determinado, como la vagina, su relación simbiótica entre ellos y la relación al organismo que lo aloja.
La vagina humana está habitada por una variedad de microbios de más de 50 especies. Los lactobacilos son los más comunes, especialmente en mujeres sanas. Pero la microbiota puede cambiar de composición rápidamente, por razones múltiples y algunas de ellas no aclaradas a día de hoy.
Este cambio puede provocar una infección o un estado en el que los organismos con potencial patógeno coexistan con otros comensales.
A continuación se describe los microorganismos más habituales, que se encuentran en la vagina de mujeres sanas:
Cocos y bacilos grampositivos anaerobios aerotolerantes | Lactobacillus Streptococcus Corynebacterium Gardnerella |
Cocos y bacilos grampositivos anaerobios facultativos | Staphylococcus (fundamentalmente S. epidermidis) Escherichia |
Bacilos gramnegativos anaerobios facultativos | Klebsiella Proteus |
Homeostasis vaginal
Los lactobacilos son fundamentales para el mantenimiento de la homeostasis vaginal, y son los principales candidatos para ser usados en terapias de reposición en procesos patológicos.
Las propiedades de la microbiota vaginal que le permiten colonizar la mucosa e impedir el establecimiento o la proliferación excesiva de microorganismos potencialmente patógenos son:
a) La adherencia específica a las células epiteliales y a dichos patógenos.
El resultado de la asociación entre los lactobacilos y el epitelio vaginal es la formación de una biopelícula que lo protege frente a la colonización por microorganismos indeseados.
b) La producción de compuestos antimicrobianos.
El pH fisiológico de la vagina es de aproximadamente 4-4,5. Este ambiente ácido inhibe parcial o totalmente el desarrollo de la mayor parte de las bacterias procedentes del tracto digestivo y de las de origen ambiental, siendo así un mecanismo de protección de la mucosa muy eficaz, hasta el punto de que un rasgo diferencial de la vaginosis es un exudado con un pH próximo a la neutralidad.
El origen de la acidez vaginal es el ácido láctico que se genera como producto final del metabolismo fermentativo de los glúcidos, que llevan a cabo los lactobacilos residentes y las propias células epiteliales.
Fisiopatología
La infección urogenital más común en mujeres es la vaginosis bacteriana (VB), el trastorno vaginal más prevalente en mujeres adultas en todo el mundo. El tratamiento de esta patología con antibióticos es el más frecuente. La tasa de recurrencia de la VB es de hasta un 30% después de la terapia antimicrobiana tradicional, y la causa más frecuente es que este tratamiento no restaura los lactobacilos.
Según los protocolos ginecológicos, el tratamiento de la vaginosis bacteriana (VB) se hace con antibióticos específicos, con buenos
esultados: Metronidazol y Clindamicina
Sin embargo, el uso de antibióticos también es perjudicial para los lactobacilos vaginales, que tienen que repoblar el medio para evitar que la vaginosis se vuelva a producir.
Por eso se recomienda el uso de productos probióticos, que contienen lactobacilos capaces de colonizar la flora vaginal y mejorar sus defensas.
Un pH vaginal < 4.5 se considera fisiológico y su medición se considera un parámetro objetivo, muy sensible a alteraciones de la microflora vaginal y correlacionado con VB clínicamente relevante.
Factores como los cambios hormonales (particularmente los estrógenos), el pH vaginal y el contenido de glucógeno pueden afectar la capacidad de los lactobacilos para adherirse a las células epiteliales y colonizar la vagina.
El ciclo menstrual también puede provocar cambios en la microbiota vaginal, con concentraciones elevadas de estrógeno que aumentan la adherencia de los lactobacilos a las células epiteliales vaginales.
Con la disminución de los niveles de estrógeno asociados con la menopausia, también se produce una disminución de los lactobacilos presentes en el tracto vaginal de las mujeres posmenopáusicas, que las hace más susceptibles a las infecciones urogenitales, lo que respalda la teoría de que la colonización de la vagina por lactobacilos comensales sirve como protección contra estos patógenos.
Aunque los métodos por los cuales estos organismos hacen esto aún no están claros, parece implicar la capacidad de adherirse y poblar el epitelio vaginal y la capa de mucina, para inhibir que los patógenos tomen el control, para reducir la virulencia de los patógenos y modular las defensas del huésped.
Tratamiento
Varios estudios clínicos indican que el restablecimiento del ecosistema fisiológico mediante la recolonización de la mucosa vaginal por lactobacilos puede ser una terapia eficaz para la VB, tanto después de la terapia antimicrobiana inicial, como cuando se administra sola.
El uso de probióticos, como lactobacilos, para repoblar la vagina y prevenir o tratar infecciones, ha demostrado su eficacia para mejorar las tasas de curación y prevenir las recurrencias.
En el mercado se encuentran estos probióticos por vía oral y local, aunque las terapias que han dado mejores resultados son los de aplicación local.
Son comprimidos de administración vaginal que contienen una o varias cepas de lactobacilos. Resultan muy sencillos de aplicar, gracias a unos aplicadores que facilitan su introducción en la vagina.
Recomendaciones del uso de probióticos desde el mostrador
Suelen aconsejarse cuando la microbiota está alterada por distintos factores como son:
• Cambios hormonales. Sobre todo los cambios en estrógenos. Son los responsables de la producción de glucógeno que luego será utilizado por los lactobacilos para producir el ácido láctico. Sin el ácido láctico la microbiota es menos ácida y más susceptible a las infecciones.
• Menstruación. El sangrado menstrual tiene pH neutro o ligeramente alcalino, lo que puede provocar que los lactobacilos no se desarrollen de forma habitual, un hecho que viene agravado por el arrastre que lleva a cabo el fluido menstrual y los tampones higiénicos.
• Duchas vaginales. Ha de ser un producto específico, en caso contrario, pueden alterar la microbiota vaginal. Los jabones íntimos deben asegurar una correcta higiene sin irritar, resecar, ni alterar el pH normal de esta zona. Han de asegurar la protección natural frente a las infecciones. El farmacéutico puede recomendar una fórmula que no altere la flora vaginal.
• Tratamientos con antibióticos. Los antibióticos actúan contra las bacterias que hay en nuestro cuerpo, incluidas aquellas que se encuentran en la microbiota vaginal. De esta forma, cuando el especialista ha prescrito antibióticos, la flora vaginal puede alterarse.
• La ropa ajustada puede favorecer la aparición de microorganismos patógenos, así como debilitar la microbiota. Lo mejor para la zona íntima femenina es utilizar ropa de algodón.
Conclusiones
No existe consenso general respecto al uso de probióticos en las alteraciones de la microbiota vaginal, pero sí lo hay respecto a que su uso hace que se presenten menos recurrencias de vaginosis bacteriana, cuando se asocian los probióticos por vía oral o vaginal al tratamiento antibiótico.
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