En la mujer del mundo occidental, la autoestima y el autoconcepto son reflejo del efecto de la influencia social, que puede actuar como fuente de inadaptación y conflicto, lo cual repercute en su imagen corporal y salud mental. La relación con el cabello, casi siempre implica un cierto temor, cierta ansiedad acerca de su estado general, y preocupación por si se va a volver fino, se va a caer o a volverse blanco…
El cabello está relacionado con los valores de la belleza, la feminidad y la sexualidad. El atractivo personal está simbólicamente relacionado con el cabello, por lo que su pérdida afecta negativamente a la autoestima y la propia imagen. Esta situación provoca cambios en el aspecto físico y la imagen del cuerpo que afectan a la noción de la integridad corporal, es decir la percepción del cuerpo como entidad completa y con sus funcionalidades intactas.
La construcción de la auto imagen se realiza a lo largo de toda la vida a partir de la experiencia con el mundo exterior. Es un proceso que influye en las relaciones con uno mismo, con los demás y el entorno que define nuestra identidad personal, del cual forma parte el cabello. De este modo, cualquier acción realizada hacia nuestro cabello, como cortarlo, cambiar de estilo, teñirlo o cualquier situación que haga cambiar su apariencia, son distintas formas de afirmar nuestra propia identidad.
La pérdida de cabello amenaza nuestra vanidad, la idea que tenemos de lo que valemos y generalmente la asociamos con valores como la enfermedad o el envejecimiento.
La medicina, incluso reconoce la presencia de factores emocionales relacionados con su manifestación, entre otros. Algunas personas tienden a expresar la angustia psicológica y el malestar a través del cuerpo y la pérdida del cabello puede ser una exteriorización de la angustia psicológica. •
Dra. Ana Fonseca
Psicóloga
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