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Artículos farmacéuticos Consejo farmacéutico Cuidados Dermofarmacia | Dermohigiene y microbiota cutánea

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Índice

Eulalia Mateu, Farmacéutica y miembro de la vocalía de Dermofarmacia y Productos Sanitarios del Col·legi de Farmacèutics de Barcelona (COFB)

La piel, nuestro órgano más extenso, es también una compleja barrera de defensa natural, esencial para protegernos de agentes externos y mantener el equilibrio interno. Esta barrera se conforma de un manto hidrolipídico y de una comunidad de microorganismos beneficiosos, conocida como microbiota cutánea, que ayuda a preservar la salud y resistencia de la dermis. Una higiene cutánea adecuada es clave para protegerla y evitar afecciones como dermatitis o acné, pero debe ser respetuosa con el pH ácido y los lípidos naturales. Este artículo explora la relación entre la dermohigiene y la microbiota cutánea, subrayando cómo los productos formulados con activos suaves y equilibrados pueden ayudar a preservar la integridad y el equilibrio de la piel.

La barrera cutánea protectora

El manto hidrolipídico o manto ácido de la piel es una emulsión que recubre el estrato córneo de la epidermis ayudando al mantenimiento de la función barrera cutánea.

Está constituido por queratina procedente de las células del estrato córneo de la epidermis, una fase lipídica –combinación de lípidos epidérmicos (ceramidas, ácidos grasos libres y colesterol) y la secreción sebácea–, una fase acuosa –constituida por los componentes de la secreción sudorípara (iones K+, Ca+, Cl-), urea, aminoácidos, ácido láctico y ácido urocánico- y por el factor de hidratación natural (NMF) de la piel, compuesto higroscópico derivado de la proteólisis de la filagrina, que proporciona una potente capacidad de retención de agua en las capas superiores del estrato córneo y ayuda a mantener el pH ácido de la piel (que oscila entre 4.7 y 5.5), lo que contribuye a evitar la penetración de agentes externos y microorganismos patógenos. Por otro lado, la buena cohesión del cemento intercelular, merced a una buena estructura de los lípidos epidérmicos en los corneocitos del estrato córneo, es importante para mantener el equilibro hídrico de la epidermis al minimizar la pérdida de agua transepidérmica (TEWL*).

Importancia de la microbiota de la piel

La piel es el órgano de mayor extensión en el organismo y es un ecosistema que acoge una gran diversidad de poblaciones microbianas.

La microbiota cutánea es el conjunto de microorganismos que colonizan establemente nuestra piel. La microbiota comensal (no patógena) comprende: la microbiota residente, que se adhiere predominantemente a la piel, manteniendo la viabilidad y reproducibilidad, y la microbiota transitoria, que se deposita en la superficie de la piel de manera transitoria pero no se adhiere a ella, y tiene, por consiguiente, poco o ningún crecimiento sostenido ni reproducción. En la piel sana, ambos tipos de microbiotas son no patógenas.

Adquirimos la microbiota de la piel al nacer, y al igual que la intestinal, evoluciona a lo largo de nuestra vida. La microbiota cutánea muestra un elevado grado de variabilidad individual, dependiendo de la zona geográfica, clima, edad, zona topográfica de la piel y estilo de vida de la persona (dieta, higiene, empleo de cosméticos o fármacos…).
La microbiota de la piel proporciona la primera línea de defensa frente a microorganismos patógenos, secreta enzimas involucradas en el mantenimiento de la homeostasis de la piel, y colabora en el mantenimiento de la función barrera cutánea y de la función barrera inmunológica, dado que contribuye a la modulación del sistema inmunitario.

En una piel sana existe un equilibrio, eubiosis, entre las diferentes especies que conforman la microbiota cutánea, y se cumple así su función de protección. Sin embargo, factores medioambientales así como factores del huésped y de su estilo de vida, pueden provocar un cambio de los microorganismos comensales a patógenos, ocasionando una disbiosis en la microbiota cutánea, que puede provocar afecciones debido a la pérdida de la homeostasis.

Problemas derivados de una higiene cutánea inadecuada

Si la higiene cutánea no es respetuosa con el pH ácido de la piel no se protege la integridad del manto hidrolipídico, y este no puede ejercer correctamente la función barrera cutánea, lo que puede facilitar la entrada de microrganismos patógenos.

Por otro lado, los tensioactivos limpiadores demasiado agresivos tienen la capacidad de capturar y retirar los lípidos epidérmicos, lo que conlleva un aumento de la TEWL. Algunos tipos de tensioactivos pueden unirse también a la queratina alterándola y dificultando así su función de protección, lo que conlleva irritaciones.

Asimismo, mantener el equilibrio de la microbiota cutánea es importante para evitar disbiosis que puedan resultar en afecciones de la piel, tales como:

  • Dermatitis atópica, que surge principalmente a causa de una reducción de la diversidad microbiana; el microorganismo predominante en estos pacientes es Staphylococcus.aureus.
  • Dermatitis seborreica, en que se produce un crecimiento excesivo de hongos del género Malassezia en las zonas ricas en sebo de la piel y el cuero cabelludo, lo que provoca respuestas inflamatorias.
  • Acné, asociado a una sobreproliferación de Cutibacterium acnes (antes: Propionibacterium acnes), que coloniza los folículos sebáceos, dado que éstos proporcionan a la bacteria un entorno anaeróbico y rico en lípidos idóneo para su desarrollo.
  • Rosácea, que está asociada a alteraciones en la microbiota de la piel: colonización por el ácaro Demodex y presencia excesiva de Staphylococcus epidermidis.
  • Psoriasis, en la que las lesiones muestran abundante presencia de Streptococcus y un nivel reducido de Propionibacterium.

Claves para una higiene cutánea respetuosa con la piel

Un óptimo dermolimpiador debe respetar el pH cutáneo fisiológico para el correcto funcionamiento del manto hidrolipídico, aportar hidratantes activos e ingredientes emolientes que contribuyan a disminuir la TEWL y que colaboren en el mantenimiento de la integridad de la barrera cutánea, así como activos calmantes para prevenir o calmar irritaciones. Además, en la medida de lo posible, activos que cuiden el equilibrio de la microbiota comensal residente de la piel y minimicen la entrada de microorganismos patógenos.

Perfil de un dermolimpiador óptimo

Las claves para la formulación de un dermolimpiador óptimo serian:

  1. Elaborado con una base lavante syndet (synthetic detergent). A diferencia de los jabones tradicionales, de pH alcalino, los detergentes sintéticos están formulados con pH ácido similar al de la piel, por lo que respetan el manto hidrolipídico cutáneo y ayudan a evitar la colonización por bacterias patógenas.
    Una base lavante syndet está formulada con diversos tipos de tensioactivos. Estos pueden ser tensioactivos aniónicos, que tienen un alto poder detergente y espumante, pero que al tener carga negativa pueden interactuar con las proteínas del estrato córneo que tienen carga positiva, lo que conlleva un potencial irritante para la piel; tensioactivos catiónicos. de carga positiva y con propiedades acondicionadoras y antiestáticas, por lo que se emplean mayoritariamente en acondicionadores o mascarillas capilares; tensioactivos anfóteros –que adquieren carga positiva o negativa en función del pH del medio– y aportan viscosidad al producto final al tiempo que poseen una alta tolerancia cutánea. Por último, tensioactivos no iónicos, los cuales al no tener carga son los menos agresivos para la piel. Así, al formular un producto de higiene cutánea, se suelen combinar varios tipos de tensioactivos para maximizar su capacidad limpiadora y espumante y minimizar su potencial irritante.
  2. Formulado con ingredientes activos hidratantes, que retienen agua en la epidermis o la aportan de forma activa. Son interesantes activos como el ácido hialurónico –que se encuentra de manera natural en la piel y tiene una gran capacidad de retención de agua, pero su producción disminuye a medida que envejecemos–, la urea o la glicerina.
  3. Enriquecido en activos emolientes que aporten lípidos a la epidermis para restaurar el cemento intercelular y minimizar la TEWL, tales como ceramidas, escualeno de origen vegetal o aceites con elevado contenido en ácidos grasos esenciales (AGE).
  4. Con activos calmantes y regenerantes, como el pantenol (provitamina B5), la alantoína o la niacinamida, que restauran la barrera cutánea y ayudan a reducir la irritación de la piel.
  5. Es interesante que los cosméticos limpiadores de la piel sean hipoalérgenicos, es decir, que estén formulados para minimizar el riesgo de alergias, y, a ser posible, testados dermatológicamente en pieles sensibles.
  6. Nuevos activos: prebióticos, probióticos y postbióticos.
    Los prebióticos, según la World Gastroenterology Organisation (WGO), son “sustancias de la dieta (polisacáridos y oligosacáridos no amiláceos) que nutren a grupos seleccionados de microorganismos que habitan en el intestino favoreciendo el crecimiento de bacterias comensales beneficiosas”.
    Los probióticos han sido definidos por la FAO y la OMS como “microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud al huésped”.
    Los postbióticos, según la definición de la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP) son “una preparación de microorganismos inanimados y/o componentes de microorganismos inanimados, con o sin metabolitos o productos finales del metabolismo, que confieren un beneficio para la salud del huésped”.
    El creciente interés por el mantenimiento de una microbiota cutánea sana ha llevado al desarrollo de los prebióticos tópicos, y, más recientemente, a los postbióticos por vía tópica. La estrategia subyacente a su empleo es reequilibrar la composición de la microbiota de la piel inhibiendo el crecimiento de especies patógenas a la vez que promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas como las especies comensales residentes.
    Así, prebióticos como los β glucanos (polisacáridos procedentes de levaduras), de gran poder de absorción de agua, y postbióticos como el ácido láctico (componente natural del manto hidrolipídico de la piel), que procede de fermentación bacteriana, ya se emplean desde hace algún tiempo en productos cosméticos. Los probióticos todavía son un desafío para la industria cosmética, ya que hay dudas sobre su eficacia, es decir, si las bacterias probióticas todavía siguen vivas en los productos cosméticos en presencia de conservantes, y sobre si afectarían a la seguridad del producto. Por ello la Unión Europea no permite en la actualidad incluir probióticos tópicos en los productos cosméticos.

*NMF (natural moisturizing factor): factor de hidratación natural).
**TEWL (transepidermai water loss): pérdida de agua transepidérmica.

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