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La alergia es una reacción de hipersensibilidad de nuestro sistema inmunitario frente a sustancias extrañas  denominadas alérgenos. Se trata de partículas como el polen de las plantas, el látex  o los ácaros del polvo, entre otras. Para la mayor parte de las personas, estos agentes no son nocivos; sin embargo, determinados individuos presentan una predisposición a padecer alergias. Dicha predisposición depende principalmente de factores genéticos, aunque el medio ambiente puede influir de manera importante: en los últimos años los expertos han establecido un nexo entre el nivel de polución y la incidencia de los casos de alergia en la población.

La alergia estacional es aquella cuya incidencia se asocia a una determinada estación del año. En la primaveral, el comienzo coincide con la aparición del polen de las cupresáceas (arizónicas y cipreses) en el mes de enero, llegando hasta abril. Los pólenes implicados son el de los árboles, arbustáceas, gramíneas y olivo.

Mecanismo fisiopatológico

Cuando un alérgeno penetra por primera vez en un organismo predispuesto a las alergias, ocurren una serie de reacciones y se producen anticuerpos IgE específicos frente a ese alérgeno. Estos anticuerpos se adhieren a la superficie de mastocitos y basófilos, las cuales abundan particularmente en la nariz, ojos, aparatos respiratorio y  gastrointestinal, y que actúan frente a su alérgeno respectivo.

La siguiente vez que una persona entra en contacto con los alérgenos a los que es sensible, estos son capturados por las IgE, iniciándose la liberación de histamina y otros mediadores químicos de los mastocitos, que desencadenan los síntomas de una reacción alérgica, como son la inflamación de tejidos, estornudos, congestión o tos, entre otras.

Esos mediadores recién liberados además reclutan a otras células inflamatorias para que acudan a ese lugar, dando como resultado inflamación adicional.

La sintomatología típica de la alergia al polen, también conocida como “fiebre del heno”, incluye rinitis o inflamación de la mucosa nasal (congestión, secreción y obstrucción nasal, estornudos, disminución del olfato); conjuntivitis (lagrimeo, picor y enrojecimiento ocular), hinchazón de los párpados, dolor y picor de garganta y/o de los oídos, cansancio, irritabilidad, dolor de cabeza, dificultad para dormir, etc. En ocasiones pueden desencadenarse episodios de asma bronquial.

En el diagnóstico médico de una alergia las pruebas cutáneas u otros exámenes, como la determinación de los niveles de IgE o de eosinófilos,  permiten revelar los alérgenos implicados.

Abordaje terapéutico

Bajo la premisa de que cualquier tratamiento farmacológico debe ser supervisado por un médico o un farmacéutico, existen numerosos tratamientos para el abordaje de las alergias estacionales.

  • La inmunoterapia específica o vacunación mediante extractos de alérgenos.

Consiste en  disminuir la hipersensilidad del paciente a las sustancias alergénicas mediante la administración repetida de extractos del/de los alérgeno/s responsable/s de la reacción alérgica. Se administran por vía subcutánea o sublingual y el tratamiento dura entre 3 y 5 años. Actualmente se administran de forma ininterrumpida a lo largo del año, aunque se suele recomendar reducir la dosis durante los meses que van de marzo a julio.

Es un tratamiento seguro y de eficacia comprobada, aunque su principal limitación es que no todos los pacientes son buenos candidatos,  ya que excluye, por ejemplo, a aquellas personas que tienen unas pruebas alérgicas positivas, pero que no han desarrollado síntomas; igualmente, no es útil en aquellas que padecen  asma o rinitis sin causa alérgica notoria.

  • El tratamiento sintomático de la alergia primaveral

Un enfoque de abordaje de la alergia primaveral distinto es el que ofrecen los fármacos y productos sanitarios que, sin influir en los mecanismos inmunológicos desencadenantes de la alergia, alivian la sintomatología y hasta son útiles en las crisis no graves, mejorando la calidad de vida del paciente. Algunos de ellos, como los corticosteroides nasales, los anticolinérgicos, los antileucotrienos o los estabilizadores de mastocitos, son medicamentos de prescripción médica obligatoria.

Otros son medicamentos publicitarios y productos sanitarios que no requieren para su dispensación receta médica, aunque se recomienda siempre consultar el farmacéutico antes de utilizarlos. Nos centraremos en estos últimos.

 

 

Antihistamínicos

Actúan disminuyendo la acción de la histamina producida durante la reacción alérgica. Los efectos periféricos de la histamina incluyen broncoconstricción, liberación de otros mediadores, picor cutáneo y vasodilatación generalizada. Están mediados, básicamente, por dos tipos de receptores: H1 y H2. En el tratamiento de las alergias están indicados los antagonistas H1, que se clasifican en antihistamínicos de primera y de segunda generación.

Los antihistamínicos de primera generación se asocian a efectos sedantes. Estos incluyen: clemastina, difenhidramina, alimemazina, prometazina, ciproheptadina.

Los de nueva generación son los llamados antihistamínicos no sedantes, carecen de acción anticolinérgica y no atraviesan la barrera hematoencefálica, por tanto no producen o producen muy poca somnolencia. Pertenecen a este grupo: cetirizina, levocetirizina, loratadina, ebastina, rupatadina,  fexofenadina, terfenadina. Se administran una sola vez al día, por vía oral.

Descongestionantes agonistas simpáticos

La congestión nasal que caracteriza la rinitis alérgica es causada por un llenado excesivo de los sinusoides nasales. El estado de estos sinusoides se regula por mecanismos mediados principalmente por receptores α2 adrenérgicos. Los descongestionantes nasales actúan como agonistas selectivos de dichos receptores, produciendo vasoconstricción y aliviando la congestión y la obstrucción nasal. Pueden ser tópicos u orales. Los descongestionantes tópicos pueden ser útiles como tratamiento de inicio para la obstrucción y la rinorrea, aunque pueden causar efecto rebote, provocando una rinitis medicamentosa cuando se utilizan más de 7 – 10 días. Por este motivo, se recomienda no superar nunca los 5 días de administración, y respetar el intervalo posológico recomendado. Se administran por vía nasal, aplicando dos nebulizaciones cada 12 horas (oximetazolina, nafazolina) o cada 6 horas (tramazolina, fenilefrina)  en cada fosa nasal.

En cuanto a los descongestionantes orales como la pseudoefedrina o la fenilefrina, suelen formar parte de preparados junto con antihistamínicos. Su efecto se instaura más lentamente respecto a los descongestionantes tópicos. Están contraindicados en pacientes con: hipertensión, diabetes, enfermedad coronaria, arritmia, hipertiroidismo, retención urinaria, trastornos psiquiátricos o glaucoma del ángulo estrecho.

 

Productos sanitarios

En los últimos años han aparecido en el mercado productos innovadores que, a través de mecanismos de acción distintos de los farmacológicos o inmunológicos, contribuyen a  ampliar el arsenal de productos frente a la alergia estacional.

En este grupo heterogéneo  se sitúan los nebulizadores nasales de extracto de ciclamen, que ejerce un efecto osmótico sobre la mucosa nasal, reduciendo la congestión y facilitando la eliminación de secreciones. Además, estimula las terminaciones nerviosas de la membrana de la mucosa nasal, favoreciendo la recuperación del movimiento ciliar y  el drenaje de las mucosidades de los senos.

Otro ejemplo es el de los dispositivos y soluciones salinas para la irrigación nasal, una práctica segura y eficaz mediante la cual se consigue  por arrastre mecánico eliminar  el exceso de secreciones, pus, costras e impurezas, mejorando la respiración al aliviar la obstrucción nasal e hidratando toda la zona.

Por último, como tratamiento preventivo,  las microemulsiones lipídicas de aplicación nasal, que se administran como un descongestionante tópico, y cuyo mecanismo de acción consiste en formar una barrera protectora sobre la mucosa nasal que bloquea los alérgenos, impidiendo su penetración.

La principal ventaja del uso de productos sanitarios reside en que pueden aplicarse conjuntamente los tratamientos farmacológicos tradicionales, complementando y potenciando sus efectos.

Consejo farmacéutico:

Ante un cuadro de alergia primaveral, el abordaje más efectivo es aquel que, además de luchar contra los síntomas una vez que estos se manifiesten, intente limitar la acción de los desencadenantes. Algunas recomendaciones útiles son:

  • Lavar frecuentemente manos y cara, sobre todo de ojos y nariz.
  • Utilizar gafas de sol en el exterior durante el periodo de polinización y utilizar lágrimas artificiales para hidratar y proteger la conjuntiva.
  • Evitar el contacto con las plantas productoras del polen situadas en parques, jardines, etc.
  • En el hogar, pasar la aspiradora con cierta frecuencia  y quitar el polvo con una bayeta húmeda.
  • Conservar en casa un adecuado  grado de humedad. Ventilar las habitaciones a partir del crepúsculo, cuando la concentración de polen en el aire está en su mínimo.
  • Tomar  la medicación siguiendo las pautas prescritas por los profesionales sanitarios. Tener en cuenta que algunos fármacos antihistamínicos pueden producir somnolencia y no abusar de los descongestionantes tópicos. Los productos sanitarios pueden ser utilizados conjuntamente con los medicamentos, e incluso representar una eficaz alternativa en aquellas personas en las que estos medicamentos están contraindicados.•

Barbara Iacoangeli

Farmacéutica

 

Antihistamínicos, un mercado en auge

Según datos de IMS Health, en las farmacias españolas se despacharon 19,77 millones de antihistamínicos que se correspondieron con 123,10 millones de euros facturados durante el periodo enero 2014-enero 2015. Estos resultaron reflejan un crecimiento del 2,8% en valor y del 4,6% en volumen con respecto al año anterior.

Almirall fue el laboratorio que lideró la venta de estos productos específicos para alergias con un 12,2% de cuota de mercado en volumen y un 14,4% en valor. Merck Sharp Dohme obtuvo una mayor cuota en unidades, llegando al 17,9%, pero facturó menos, con un 13,5% en valor. Faes alcanzó el 5% en volumen y el 10,4% en facturación. Menarini tuvo unos resultados parecidos, con el 5,6% en unidades y el 8,6% en valor; y cierra el Top 5 Cinfa, que alcanzó un 9,2% de los medicamentos vendidos que le ayudaron a lograr una cuota del 6,7% en valor. •


 

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