María Dolores Ibáñez Jaime y Claudia Tresserra Adzet, farmacéuticas comunitarias e integrantes del grupo de trabajo de Salud de la Mujer de SEFAC
La adolescencia es un período fundamental en nuestras vidas. En esta etapa se forjan nuestra personalidad, las relaciones sociales y se comienzan a plantear metas en la vida. Entre el 41 y el 91,5% de mujeres jóvenes, en edad escolar o universitaria, padece dismenorrea1, lo que les afecta de manera negativa, tanto física como mentalmente.
Estas mujeres suelen sufrir ansiedad, depresión y otros síndromes relacionados con el estrés, lo que influye en su vida diaria y relaciones sociales2. Por esta razón, es imprescindible un diagnóstico temprano para poder llegar a efectuar una intervención efectiva3. Sin embargo, las propias mujeres aceptan los síntomas como una respuesta natural ligada a la menstruación, por lo que está comúnmente infradiagnosticada e inadecuadamente tratada4. El farmacéutico es el profesional sanitario más accesible y cercano a la población, pudiendo contribuir a la detección temprana de la dismenorrea, así como conseguir la máxima efectividad del tratamiento y, por consiguiente, alcanzar la mejora en la calidad de vida de las pacientes.
¿Qué se entiende por dismenorrea?
La dismenorrea es una condición ginecológica que se define por el dolor pélvico o abdominal y que aparece antes o durante la menstruación5,6. Esta se puede clasificar en función de la intensidad del dolor entre leve, moderada y grave. También en función de su etología entre primaria, cuando no existe una enfermedad orgánica pélvica o causa justificada y suele acompañarse de síntomas como diarrea, náuseas, vómitos, fatiga, dolor de cabeza y dificultad para dormir; y secundaria, cuando ya existe una patología pélvica subyacente dentro o fuera del útero y se asocia a un empeoramiento progresivo del dolor, sangrado uterino anormal, flujo vaginal o dispareunia (relaciones sexuales dolorosas)5,6. Las características de cada una de ellas se encuentran resumidas en la figura 1.
¿Cómo repercute en nuestra sociedad?
La dismenorrea es una de las preocupaciones ginecológicas más comunes entre todas las mujeres en edad reproductiva, independientemente de su edad o raza. En cuanto a la incidencia de la dismenorrea primaria, esta se encuentra enormemente infradiagnosticada dada su aceptación generalizada como un proceso natural del ciclo menstrual. Igualmente, es difícil reportar unas cifras exactas en cuanto a su prevalencia debido a que existen diferencias metodológicas, ya sea por la falta de un protocolo estandarizado en el diagnóstico como por el uso de diferentes escalas para medir la intensidad del dolor, además de las apreciaciones culturales subjetivas en cuanto a la percepción del dolor y el tabú de la propia patología8,9.
¿Y qué impacto tiene en la calidad de vida de la paciente?
La dismenorrea primaria afecta, mayoritariamente, a chicas jóvenes, influyendo en su calidad de vida, ya que tiene un impacto tanto físico como psicológico10.
Es curioso que la mayoría de las mujeres que padecen dismenorrea la consideran un dolor natural del ciclo menstrual, lo que provoca que se haya normalizado y aceptado por la sociedad10,11. Y la verdad es que tiene gran impacto en su calidad de vida, ya que los calambres dolorosos que sufren han sido comparados con el nivel de dolor del cólico renal, de la artritis juvenil, la fibrosis quística y hasta puede llegar a generar contracciones más intensas que las del parto. Estas molestias son uno de los motivos más frecuentes de absentismo laboral y escolar y que, a su vez, provoca una de las mayores causas de disminución del rendimiento académico, así como de la reducción de las actividades sociales, físicas y deportivas de quienes la padecen. Es tan elevado el impacto que podría llegarse a considerar un problema de salud pública10,11.
La dismenorrea primaria también presenta un impacto económico, ya que provoca pérdidas en cuanto al coste de los medicamentos, a la atención médica y a la disminución de la productividad.11
¿Cómo se realiza el diagnóstico?
El diagnóstico es principalmente clínico, incluyendo preguntas como:
- Edad de la menarquia.
- Duración habitual del sangrado.
- Intervalo entre menstruaciones.
- Evaluación del flujo menstrual.
- Síntomas asociados, incluyendo el momento en el que aparecen.
- Severidad del dolor y sus efectos en detrimento de la vida cotidiana de la paciente4.
- Igualmente, otras pruebas como un examen pélvico, test de embarazo y cribado de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) pueden contribuir a descartar otras fuentes de dolor1,12.
¿Cuál es el tratamiento para la dismenorrea?
En el caso particular de la dismenorrea secundaria, el tratamiento debe estar dirigido a la causa que la produce13, mientras que para la dismenorrea primaria, las alternativas terapéuticas existentes están destinadas principalmente a reducir el dolor y los síntomas asociados que causan malestar en la paciente y limitan su calidad de vida12. Estas se pueden clasificar en:
Tratamiento farmacológico:
Pueden usarse solos o en combinación, según las preferencias, características y necesidades de cada persona3.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): los más usados son ibuprofeno (400 mg cada 4-6 horas) y naproxeno (250 mg cada 6-8 horas)3,13. Si este no proporciona alivio, se prescribirá un segundo AINE. Paracetamol, sin efectos gastrointestinales asociados, puede usarse en combinación con los AINEs. El riesgo de efectos secundarios tras el uso de AINEs es bajo ya que la ingesta se reduce a 2-3 días, aunque siempre deberán tomarse con el estómago lleno para evitar el riesgo de efectos adversos gastrointestinales14.
En terapia hormonal, la primera opción son etinilestradiol (30-35 µg), levonorgestrel (150 µg) o norestisterona (500 µg)13. El médico prescribirá el principio activo a la dosis más adecuada según la condición de la mujer (edad, fumadora, enfermedades concomitantes…). La medicación debe mantenerse de tres a seis meses, vigilando su evolución. Si no se percibe mejoría, se recomienda que la paciente visite a su ginecólogo.
Otros: inhibidores selectivos de la COX-2, metamizol u opioides.
Tratamiento no farmacológico:
- Aplicación de calor local.
- Realizar ejercicio físico aeróbico y estiramientos suaves: reduce la sensación de dolor y promueve una sensación de bienestar.5,15
- Fisioterapia: las técnicas que pueden utilizarse son estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS) y acupresión.13,16
- Plantas medicinales: los tés a base de jengibre y canela han demostrado una reducción significativa de los dolores menstruales1,17.
- Acupuntura: ha demostrado resultados analgésicos satisfactorios sobre dismenorrea primaria18.
- Otros: suplementación con vitamina D, omega-3, hidroterapia19…
- Es importante tener en cuenta las preferencias de la paciente a la hora de indicar un tratamiento en cuanto a coste, facilidad de uso, contraindicaciones, posibles efectos secundarios2… En la figura 2 adjuntamos una breve propuesta de protocolo de manejo de dismenorrea primaria y detección de dismenorrea secundaria.
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