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En el mundo hay aproximadamente 415 millones de adultos con diabetes, una cifra que continuará creciendo y que se prevé que alcance los 642 millones de afectados en 2040.

Pero, ¿qué es exactamente la diabetes? Según el Dr. Josep Franch, coordinador de la red GDPS (Grupo de trabajo de Diabetes y Obesidad), “la respuesta fácil sería decir que es una enfermedad crónica que cursa con valores elevados de la glucemia”,  pero en realidad es mucho más que eso: “es la enfermedad metabólica crónica más frecuente que existe”.

Una de sus principales características es que puede presentar complicaciones a medio y largo plazo que empeoran la calidad de vida. “Aquí es fundamental el control de la glucemia así como de otros factores de riesgo: la hipertensión, los niveles de lípidos o el hecho de ser fumador”.

 

¿Qué es la glucemia?

Franch define la glucemia como “los niveles sanguíneos de determinados hidratos de carbono, normalmente la glucosa, que es el más frecuente”. Actualmente existen varios métodos para cuantificarla que se fundamentan en el análisis del contenido de la glucosa en sangre. Por un lado, los que se hacen a nivel de laboratorio, pero también se han ideado otros más rápidos que se basan en la sangre capilar para favorecer el control de los diabéticos, y que miden la glucosa a partir de determinados reactivos.

“Probablemente en un futuro se empiece a medir a partir de otros líquidos, como la saliva o el sudor”, predice el Dr. Franch. De hecho, en algún momento se han utilizado relojes que podrían ser sensores de glucemia. “El problema es que no tienen la misma exactitud, y los cambios que se registran tardan más en poder detectarse. Este hecho en un momento dado, como en situaciones de hipoglucemia, podrían implicar un cierto riesgo.”

 

Tipos de diabetes

Básicamente se distinguen dos clases de diabetes: tipo 1 y tipo 2. Franch explica la razón: “Esto es así porque la vía por la que se puede llegar a una hiperglucemia también es distinta. Como esquema general, cuando la glucosa entra en el organismo el páncreas segrega insulina, que es la responsable de que ésta  penetre en los tejidos periféricos para que puedan utilizarla como combustible”.

En la diabetes tipo 1 se produce una destrucción del páncreas que hace que éste no segregue insulina, por lo que la glucosa permanece en la sangre y no se ejecuta el proceso. La más frecuente, la tipo 2, pasa por una primera fase en que la hormona insulina no es lo suficientemente eficaz, lo que fuerza al páncreas llevándole a su límite; esto causa una reducción en su segregación incrementando la glucemia y dando lugar a la diabetes.

“Existen situaciones intermedias que llamamos tipo LADA -Diabetes Autoinmune Latente del Adulto-, pero son mucho menos frecuentes. Y aparte se dan algunos fenómenos que condicionan la aparición de la hiperglucemia, como es la diabetes gestacional, o la secundaria provocada por determinadas enfermedades o debido al uso de ciertos fármacos”.

 

 

 

Problemas de salud asociados

Una diabetes mal controlada tiene un mayor riesgo de presentar complicaciones agudas y crónicas. “Dentro del primer grupo destacan las situaciones de hiperglucemia, el coma hiper-
osmolar o la acidocetosis, y por otro lado también existe el riesgo de excederse con la medicación y que se produzcan hipoglucemias”, expone Franch.

Las crónicas “pueden afectar a las arterias de gran y pequeño calibre, esto incluye desde el corazón, el cerebro o el riñón, a los ojos o las piernas, incluso el sistema nervioso. Lo importante para evitarlo es conseguir un buen control de la enfermedad”.

 

Medición de la glucosa

“La diabetes es una situación en la que predomina la hiperglucemia, razón por la que se producen las mayores complicaciones, por lo que interesa mantener unos niveles óptimos para evitarlo. Esto implica medirla de forma periódica”, declara el Dr. Franch.

Una duda frecuente entre los pacientes que padecen diabetes tipo 2 no tratados con insulina es sobre la periodicidad con la que deben medirse la glucemia.

Para Franch, “en el caso de la diabetes tipo 1 no se duda de la importancia de que el paciente tenga unos niveles constantes y frecuentes de autocontrol. Pero en el tipo 2 esta necesidad también existe, porque también pueden surgir problemas y un buen autocontrol minimiza los riesgos”.

Sin embargo, reconoce que existe mucha polémica con respecto a la frecuencia en este último caso. “Probablemente el factor determinante sea el tratamiento que esté utilizando el paciente. Si toma fármacos con una reconocida capacidad de provocar hipoglucemias, como las sulfonilureas, el riesgo es más evidente y la frecuencia debe ser más elevada. Si son fármacos que no presentan ese riesgo (como la metformina, inhibidores IDPP4, análogos GLP1…) se puede reducir, pero eso no significa que no deba conocer sus cifras de glucemia y sus valores de autocontrol, especialmente cuando ha habido una transgresión, cuando no se siente bien, ha habido incumplimiento del tratamiento, etc.”.

Distintos estamentos, sobre todo la Administración Pública, han determinado que los pacientes que tienen mayor un riesgo de hipoglucemias con fármacos orales deberían hacerse controles capilares de glucemia por lo menos 2 veces por semana, y que los tratados con otros fármacos también deben concienciarse de su nivel glucémico.

 

¿Cómo se trata la diabetes tipo 1?

Es necesario administrar insulina. Se trata de una hormona proteica, por lo que no puede ingerirse por la boca y tiene que ser inyectada. En este punto Franch recuerda el funcionamiento del organismo: “en condiciones normales cualquier persona tiene una secreción basal de insulina, y cada vez que se alimenta existen unos picos de glucemia que provocan un aumento puntual de esa secreción. Por tanto, al tratar a un diabético tipo 1 intentamos copiar este patrón con una insulina basal que cubra estas necesidades, por lo que previo a cada comida se administran unos picos de insulina rápida que van a intentar aprovechar al máximo la glucosa que se está ingiriendo”.

 

¿Y la tipo 2?

En la génesis de la tipo 2 influyen otros factores. Según Franch, “por un lado, la resistencia a la acción de la insulina, y por tanto se recetan medicamentos que intenten mejorar esta sensibilidad. Por otro, están los fármacos que intentan estimular al páncreas para que segregue la máxima insulina posible”.

A esto añade que “aparte de estos, existen otras opciones que actúan sobre la disponibilidad de la glucosa, intentando, por un lado, bloquear su absorción de las comidas con un fármaco que se denomina acarbosa, o bien, por otro, intentando favorecer su eliminación a través de la orina con medicamentos más recientes como son los inhibidores de la SGLT-2”.

En definitiva y según este experto, “existe un amplio arsenal terapéutico, por lo que en función del momento de la evolución de la enfermedad y de las características del paciente probablemente va a ir mejor un determinado tipo de familia u otro. Al ser una dolencia progresiva, es muy frecuente tener que asociar diferentes familias terapéuticas porque los mecanismos fisiopatológicos no son únicos y también se asocian entre ellos, por lo que en el tratamiento de la diabetes tipo 2 es extraordinariamente importante que sea personalizado para cada paciente y en cada momento de la enfermedad”.

 

Rol del farmacéutico

El control de la diabetes no es responsabilidad exclusiva del paciente o de su médico de cabecera, si no que es un hecho que atañe a todos los profesionales sanitarios que atienden al enfermo. Para Franch “evidentemente, en primera línea de estos profesionales sanitarios está el farmacéutico. El papel de la oficina de farmacia no debe ser sólo detectar la enfermedad en casos de obesidad o sedentarismo, si no que uno de los grandes papeles que puede tener es concienciar a la persona con diabetes de la necesidad de que controle bien sus cifras de glucosa. Para ello deberán usar glucómetros, tiras reactivas, ser conscientes de la toma de medicación… Y todos estos factores se pueden hacer desde muchos frentes, pero la farmacia debería tomar cada vez un papel más predominante y adquirir un mayor protagonismo, porque así además de fidelizar a los pacientes va a ayudarles a mejorar su calidad de vida”.

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