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Circuito que sigue la sangre para cubrir las necesidades metabólicas de los tejidos de todo el cuerpo

La sangre sale del corazón por el  ventrículo izquierdo, a través de la arteria aorta con sangre oxigenada a todos los tejidos y órganos del cuerpo, y va por las arterias y arteriolas hasta llegar a los capilares sanguíneos, donde se produce el intercambio de sustancias y gases. Una vez realizado el intercambio, los capilares se reúnen, constituyendo venas que se van uniendo entre sí originando cada vez vasos de mayor calibre que acaban desembocando en las venas cavas superior e inferior, que van a desembocar a la aurícula derecha con sangre desoxigenada que pasa al ventrículo derecho.

Los vasos sanguíneos cumplen la función de distribuir nutrientes y oxígeno, así como de drenar los desechos y el CO2. Los vasos linfáticos son los encargados de drenar el líquido, desechos de los espacios intersticiales, así como transportar grasas complejas, células del sistema inmune y otras sustancias pesadas.

Trastornos vasculares periféricos

La deficiente circulación sanguínea del organismo está relacionada con innumerables patologías.

Tener manos y pies fríos o una sensación de hormigueo continua en los diferentes miembros, pinchazos como de agujas, entumecimiento e incluso calambres en las extremidades, es síntoma de que la circulación no funciona correctamente, es decir, que a las células y tejidos de las extremidades no les está llegando suficiente flujo sanguíneo, y por lo tanto tampoco oxígeno y alimento. Así mismo significa que la eliminación de los desechos y CO2, está disminuida con lo que esto puede ocasionar problemas más graves si esta situación se alarga en el tiempo.

Además de los síntomas más conocidos, existen otros como:

  • Entumecimiento de brazos y piernas.
  • Dolor y calambres en manos y pies.
  • Edemas en las piernas.
  • Dificultad para curar úlceras en pies y manos.
  • Uñas quebradizas en pies y manos.
  • Pérdida de sensibilidad en las extremidades.
  • Migrañas y dolores de cabeza.
  • Color azulado en dedos y uñas.
  • Aparición de varices.
  • Prurito en brazos y piernas.
  • Calambres en glúteos y piernas.
  • Falta de fuerza en manos y pies.
  • Dificultades para caminar.
  • Mareos al levantarse.

 

Trastornos arteriales periféricos

La insuficiencia arterial periférica incluye un conjunto de afecciones de las arterias de los miembros que impiden la normal irrigación. Las enfermedades arteriales periféricas se clasifican en dos grupos: obstructivas y funcionales. Las más destacadas son:

 

Enfermedad arterial obstructiva

Aterosclerosis obliterante
Se debe a un endurecimiento de las arterias producido por la presencia de placas de ateroma. Es consecuencia generalmente de una aterosclerosis generalizada que afecta al miembro. El engrosamiento y la pérdida de flexibilidad hacen que la parte interna de la arteria aumente de tamaño. Ésto bloquea el flujo de sangre y oxígeno a través de la arteria. Es más común que se desarrolle en las piernas, ocasionando molestias que van desde cansancio hasta calambres, y que van acompañados de una sensación de ardor y dolor agudo que surge después de caminar.

Oclusión arterial aguda / crónica (claudicación)
Oclusión de las arterias provocada por placas de ateroma, un trombo o una embolia. La oclusión se manifiesta como una isquemia (falta de riego). La sintomatología variará en función del vaso afectado, así como la extensión de la obstrucción. La oclusión aguda se manifiesta inicialmente con un súbito dolor intenso, junto con sensación de frío, torpeza y palidez del miembro afectado. Sigue con pérdida de sensibilidad y movimiento y rigidez de los músculos. En la oclusión crónica, los síntomas aparecen de forma más lenta y paulatina.

Tromboangeitis obliterante o Enfermedad de Buerguer
Es una enfermedad inflamatoria crónica en las arterias periféricas de las extremidades que origina el desarrollo de coágulos en arterias pequeñas y medianas de los brazos o las piernas, que a su vez derivan en la obstrucción de las arterias. Esta enfermedad es más frecuente en los varones entre 20 y 40 años de edad y fumadores. Entre los síntomas se incluyen dolor en las piernas o los pies, piel fría y húmeda, y una disminución de la sensibilidad al frío y al calor.

Enfermedad arterial funcional vasoconstrictora

Síndrome y enfermedad de Raynaud

Se producen espasmos en las arteriolas, generalmente en los dedos de pies y manos, y ocasionalmente en otras partes distales (nariz o lengua). Su manifestación principal es la presencia intermitente de palidez o cianosis, que se presentan de forma más acusada por el frío o alteración emocional. La enfermedad es de origen idiopático mientras que el síndrome es secundario a otras patologías. La enfermedad afecta principalmente a mujeres jóvenes de entre 15-45 años.

Acrocianosis

Cianosis persistente, indolora y simétrica de las manos, y con menor frecuencia, de los pies, producida por espasmos vasculares de los pequeños vasos de la piel.

La enfermedad arterial periférica es una de las afecciones más prevalentes y es habitual la coexistencia con enfermedad vascular en otras localizaciones. El diagnóstico precoz es importante para poder mejorar la calidad de vida del paciente y reducir el riesgo de eventos secundarios mayores, como el infarto agudo de miocardio o el ictus.

El mejor test no invasivo para diagnosticar la presencia de enfermedad arterial periférica es el índice tobillo-brazo que, además, tiene valor pronóstico para la extremidad afectada y para el desarrollo de infarto agudo de miocardio durante el seguimiento

Trastornos venosos periféricos

Los trastornos venosos periféricos incluyen un conjunto de afecciones de las venas de los miembros que se caracterizan por  el deficiente retorno de la sangre. En este grupo encontramos:

Trombosis venosa

Tromboflebitis superficial

La tromboflebitis es la formación de un coágulo en una vena superficial (cerca de la piel) inflamada de las piernas o los brazos, aunque se produce con mayor frecuencia en las piernas. Puede ser consecuencia de una acumulación de sangre, una lesión en la pared venosa o una alteración en la coagulación sanguínea.

Los síntomas en la extremidad afectada incluyen hinchazón, dolor, sensibilidad, enrojecimiento y calor.

Trombosis venosa profunda

En este caso, es la formación de un coágulo en una vena profunda y que puede desprenderse, ser transportado a los pulmones, obstruir una arteria pulmonar (embolia pulmonar) y originar un cuadro potencialmente fatal. Es más común en personas que han estado mucho tiempo inactivas, por ejemplo, sentadas durante un viaje o en un reposo prolongado después de una cirugía. Puede ser asintomática o presentar síntomas leves. Los síntomas incluyen: hinchazón y sensibilidad en la extremidad afectada, dolor en reposo y al comprimir, y venas que sobresalen.

Insuficiencia venosa crónica (varices)

Es la incapacidad de las venas para realizar el adecuado retorno de la sangre al corazón a causa de daños en las válvulas venosas. Se desarrollan cuando las válvulas venosas que permiten que la sangre fluya hacia el corazón dejan de funcionar adecuadamente. Como resultado, la sangre se acumula en las venas y provoca las dilataciones.

Las varices afectan entre un 20-30% de la población adulta y a más del 50% de los mayores de 50 años. Son más comunes entre las mujeres que entre los hombres. Las hemorroides son un tipo de venas varicosas. Las varices en araña se parecen a las varices, pero más pequeñas.

Los síntomas más frecuentes son pesadez de piernas, cansancio, dolor, incluso edema. Pueden empeorar con la menstruación, tratamientos hormonales sustitutivos o anticonceptivos orales, estreñimiento, calor local. Mejoran con el decúbito y el frío. El ejercicio frecuente parece tener un efecto protector en varones, pero no en mujeres.

En los trastornos venosos periféricos, además de valorar los propios síntomas referidos por el paciente, se debe realizar una exploración adecuada del miembro inferior en busca de varices, úlceras y cambios tróficos. La Ecografía Doppler del sistema venoso es de capital importancia.

Factores de riesgo de la enfermedad vascular periférica

Dos son las causas principales de los trastornos vasculares periféricos: la arteriosclerosis y la hipertensión. Existen algunos factores de riesgo de la enfermedad vascular periférica que pueden modificarse o tratarse, mientras que otros no.

Factores de riesgo que no pueden modificarse:

  • Edad (constituye un factor de riesgo, especialmente a partir de los 50).
  • Antecedentes de enfermedades cardíacas.
  • Sexo masculino.
  • Diabetes mellitus.
  • Postmenopausia.
  • Antecedentes familiares de dislipemia, hipertensión o enfermedad vascular periférica.

Factores de riesgo que pueden modificarse o tratarse:

  • Enfermedad de las arterias coronarias.
  • Disminución de la tolerancia a la glucosa.
  • Dislipemia.
  • Hipertensión.
  • Obesidad.
  • Sedentarismo.
  • Tabaquismo.

Tratamiento farmacológico

Vasodilatadores periféricos: Producen la dilatación de las paredes de los vasos sanguíneos con el fin de aumentar el flujo sanguíneo.

  • Derivados de la purina: Pentoxifilina.
  • Derivados del cornezuelo: Dihidroer-
  • gocristina y Nicergolina.
  • Otros vasodilatadores periféricos: Buflomedilo, Naftidrofurilo, Ginkgo biloba.

Vasoprotectores:

  • Antivaricosos heparinoides: Glucosaminogluconato polisulfito, Pentosano polisulfato sódico.
  • Esclerosante en inyección local: Polidocanol.
  • Otros esclerosantes: Dobesilato cálcico.
  • Bioflavonoides (estabilizadores de radicales libres): Pasiflora (Passiflora incarnata), Manzanilla romana (Chamaemelum nobile), Aquilea (Achillea millefolium), Regaliz (Glycyrrhiza glabra), Ginkgo (Ginkgo biloba), Cardo mariano (Sylibum marianum) y Espino blanco (Crataegus spp), Diosmina, Hesperidina, Hidrosmina, Troxerutina, Escina, Rusco (Ruscus aculeatus),  Castaño de indias (Aesculus hippocastanum),  Vid roja (Vitis vinífera).

Hipolipemiantes:

Actúan disminuyendo las grasas (colesterol y triglicéridos), también llamadas lípidos, que están presentes en la sangre.

  • Fibratos (Ácido nicotínico, Ecetimiba).
  • Estatinas (Atorvastatina, Simvastatina, Pravastatina, entre otros).

Bloqueantes de los canales de calcio:

Se logra que el corazón se contraiga con menos fuerza, y que las arterias (incluidas las arterias coronarias) se relajen y ejerzan menos presión sobre la sangre que tienen en su interior (diltiacem, verapamilo, amlodipino y nifedipino, entre otros).

Antiagregantes plaquetarios:

Inhiben la activación de las plaquetas, células de la circulación sanguínea fundamentales para la formación de los coágulos. Los coágulos sanguíneos son peligrosos porque pueden obstruir totalmente el interior de las arterias y las venas. (Ácido acetilsalicílico , triflusal, clopidogrel, Cilostazol…).

Antihipertensivos:

Para el control de la tensión arterial.

Terapia Compresiva

En caso de varices, la terapia compresiva estará indicada. El objetivo de la terapia compresiva con medias de compresión ortopédicas es “reforzar” las venas, reducir la presión venosa, normalizar la función de la pared vascular y mejorar el metabolismo.

Las medias de compresión reducen el diámetro de las venas de las piernas. Gracias a este refuerzo, el sistema de válvulas venosas vuelve a funcionar y la sangre ya no queda retenida en las venas.  Así se reduce o incluso se impide la aparición de varices, en función de lo avanzado de éstas.

La mejoría del metabolismo, además, tiene un efecto positivo sobre las úlceras, y la presión desde el exterior reduce la salida de líquido de los tejidos, evitando la formación de edemas.

El médico es quien prescribirá esta terapia indicando la fuerza de compresión más adecuada para el paciente, pues el hecho de utilizar una compresión inadecuada podría agravar el problema.

Medidas higiénico-dietéticas

Los pacientes con trastornos de la circulación periférica deben acudir al médico para recibir el diagnóstico y tratamiento adecuados. Desde la oficina de farmacia debemos recomendar hábitos saludables destinados a ayudar a nuestros pacientes, a mejorar los síntomas y a reducir los factores de riesgo modificables,  junto con el tratamiento farmacológico:

  • Mantener una dieta equilibrada, baja en sal, grasas y azúcar, y rica en frutas y verduras.
  • Controlar el peso.
  • Control periódico de los niveles de colesterol y glicemia.
  • Suprimir el tabaco y el alcohol.
  • Evitar el sedentarismo y realizar ejercicio físico de forma regular (caminar al menos 30 minutos al día).
  • Evitar el uso de ropa ajustada.
  • Utilizar calzado adecuado y tener especial cuidado de los pies.

Montserrat Figueras
Farmacéutica

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